MoyobambaPortada

Holywins: la fiesta de los niños para celebrar Todos los Santos

En fechas cercanas a la solemnidad de Todos los Santos, varias parroquias de la Prelatura de Moyobamba celebran Holywins (la santidad vence); una fiesta protagonizada por los niños, que participan en juegos y actividades disfrazados de sus santos favoritos.

Esta vez el grupo parroquial, Comunidad Litúrgica no tuvo mejor idea que engalanar una Marcha infantil de Todos los Santos el lunes 31 por la noche, después de la Santa Misa de 7:30 pm. Los niños salieron desde el atrio de la Catedral de Moyobamba y recorrieron la Plaza de las Armas vestidos de Santos con camisetas blancas, portando cuadros, llamaron la atención de los ciudadanos con potente megafonía; la caminata terminó con una oración en las afueras de la Catedral Santiago Apóstol.

Quien se mostró emotivo fue Mons. Rafael Escudero López-Brea, quien acompañó la caminata de los niños, el párroco, P. Jaime Ruiz del Castillo y Ubach, durante la celebración litúrgica saludó la iniciativa de los niños y sus padres por destacable esfuerzo por realzar la fiesta de Todos los Santos e invitó a participar de esta sana fiesta católica.

Niños participan vestidos de santos
El origen de celebrar a los santos

Esta celebración tuvo sus orígenes por el siglo IV debido a la gran cantidad de mártires en la Iglesia. Más adelante el 13 de mayo del 610 el Papa Bonifacio IV dedica el Panteón romano al culto cristiano, colocando de titulares a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. Es así que se les empieza a festejar en esta fecha.

Los primeros vestigios de esta celebración se encontraron en Antioquía el domingo siguiente a Pentecostés y San Juan Crisóstomo ya hablaba de ello. Entre los siglos VIII y IX, la fiesta comenzó a extenderse por toda Europa, y en Roma específicamente en el siglo IX: aquí el Papa Gregorio III (731-741) eligió como fecha del 1 de noviembre para coincidir con la consagración de una capilla en San Pedro dedicada a las reliquias “de los santos apóstoles y de todos los santos mártires y confesores, y de todos los justos perfeccionados que descansan en paz en todo el mundo”.

En la época de Carlomagno, esta fiesta ya era ampliamente conocida como la ocasión en que la Iglesia, que todavía peregrina y sufre en la Tierra, miraba al cielo, donde residen sus hermanos y hermanas más gloriosos.

Fueron los monjes benedictinos de Cluny quienes expandieron esta festividad entre la cristiandad.