3 Minutos con Jesús en el evangelio de San Mateo 2,13-18

Suscríbete a nuestro canal de YouTube 👉 http://bit.ly/SuscribeteSanGabriel El Padre Francisco Lunar Trigo comparte con nosotros la meditación y el #EvangelioDeHoy Martes 28 de Diciembre 2021, Evangelio según San Lucas 2,22-35

Evangelio de San Mateo 2,13-18
Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado. Así se
cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Meditación
El Verbo ha venido en carne mortal y los suyos no lo han acogido y, en
el misterio de la fe, son otros, los inocentes.

Los que pagan las consecuencias del rechazo y el odio. También hoy se escucha el clamor de Raquel ante la violencia sobre los más débiles. Sin embargo, el Cordero hará justicia compartiendo su gloria con los hermanos más pequeños. Ser hijo de Dios significa dejarse conducir por la mano de Dios, hacer la voluntad de Dios, depositar en la mano de Dios todas las
preocupaciones y esperanzas, no preocuparse más de uno mismo ni del futuro. Sobre esto reposan la libertad y la alegría del hijo de Dios. Dios se hizo hombre para que pudiéramos participar de su vida.

La naturaleza humana que Cristo asumió hizo posible que él sufriera y que muriera. Todo hombre debe sufrir y morir, pero si es un miembro vivo del Cuerpo de Cristo, su sufrimiento y su muerte reciben una fuerza redentora por la divinidad de aquel que es la cabeza.

En la noche del pecado brilla la estrella de Belén. Y sobre la luz resplandeciente que brota del pesebre desciende la sombra de la cruz.
La luz se apaga en las tinieblas del viernes Santo, pero resurge más brillante aún, como sol de gracia, en la mañana de la resurrección. El camino del Hijo de Dios hecho carne pasa por la cruz y el sufrimiento, hasta la gloria de la resurrección.

Para llegar a gloria de la resurrección con el Hijo del hombre, el camino pasa por el sufrimiento y por la muerte para cada uno de nosotros y para la toda la humanidad. Nuestra vida debe estar siempre unida en todo a la de Jesucristo.
Desde el nacimiento en Belén hasta la cruz, desde la última cena hasta la resurrección, desde la condenación hasta la gloria.

“Ellos son los rescatados como primicias de la humanidad para Dios y para el Cordero; ellos son el cortejo del Cordero donde quiera que vaya”

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