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Los medios de comunicación social en la Communio et Progressio

  1. Los medios de comunicación social desde un punto de vista cristiano: principios doctrinales

Cuando el hombre por su propia culpa se aparta de su Creador cae en el rompimiento de toda comunión. Pero Dios fue quien inició la comunicación con los hombres, empezando así la historia de la salvación y al llegar la plenitud de los tiempos se comunicó Él mismo con ellos por el Verbo encarnado. Por eso Cristo es el perfecto “Comunicador” al darse a sí mismo por amor.

Dios al crear al hombre a su imagen, le hizo capaz de entrar en comunión y le dio participación en su mismo poder creador para construir la ciudad terrena. En esta consideración y perspectiva se sitúan los medios de comunicación social ya que son muy eficaces para la difusión del conocimiento y, por lo tanto, para toda colaboración de la sociedad. Entre los inventos de comunicación social, la persona encuentra los medios necesarios para lograr la justicia y la paz, para descubrir y conquistar la verdad y para el progreso y desarrollo humanos.

Sin embargo, con demasiada frecuencia experimentamos cómo, a través de dichos instrumentos, se niegan o se adulteran los valores fundamentales de la vida humana. Esta es la razón por la que deben existir unos principios morales que tengan en consideración la dignidad del hombre:

  • El conjunto de las obras llevadas a cabo por los Medios de comunicación, en cada lugar, debe juzgarse y valorarse en la medida en que sirvan al bien común. Por lo cual ha de mantenerse la debida proporción entre las noticias, la enseñanza y el pasatiempo.
  • Es necesario que toda comunicación se ajuste a la ley primordial de la sinceridad, de la honradez y de la verdad.
  1. La opinión pública

La “opinión pública”, que es característica y propiedad de la sociedad humana, nace del hecho de que cada uno, espontáneamente, se esfuerza por mostrar a los demás sus propios sentimientos, opiniones y afectos, de manera que acaban convirtiéndose en opiniones y costumbres comunes.

La libertad, por la que cada uno puede expresar sus sentimientos y opiniones, es necesaria para la formación recta y exacta de la opinión pública. Conviene pues, defender la necesidad de la libertad de expresión, tanto para los individuos como para la colectividad, dentro de los límites de la honestidad y del bien común. Es necesaria también la libre confrontación de opiniones para que, aceptadas unas y rechazadas o perfeccionadas otras, y conciliadas y acomodadas las demás, terminen las más sólidas y constantes por crear una norma común de acción.

En cambio, una forma de persuasión que obste al bien común, que intente impedir la pública y libre opinión, que deforme la verdad o infunda prejuicios en las mentes de los hombres, difundiendo verdades a medias, o pasando por alto algunas verdades importantes, daña la legítima libertad de información del pueblo y por ello no debe admitirse en forma alguna.

No toda opinión, por el hecho de estar muy difundida y de afectar a un gran número de personas, ha de tenerse sin más por opinión pública; la opinión de la mayoría no siempre es la mejor ni la más próxima a la verdad, puede haber razones obvias, que aconsejen oponerse directamente a ellas. No obstante, dado que manifiestan la mentalidad y deseos del pueblo, deben ser tomadas en atenta consideración, sobre todo, por las autoridades tanto religiosas como civiles.

De esto se concluye fácilmente, que la función de los informadores es muy importante: pues tienen una gran influencia para formar las opiniones y para reunirlas y difundirlas.

  1. El derecho a obtener y comunicar la información

Para que la opinión pública surja de la forma que le es propia, es necesario que, en primer lugar, se conceda a todos los miembros de la sociedad la posibilidad de acceso a las fuentes y a los canales de información, así como la posibilidad de exponer libremente su pensamiento.

  1. Acceso a las fuentes y medios de transmisión de las noticias. El derecho a la información, se considera no solo un derecho individual sino una verdadera exigencia del bien común. Por lo cual es necesario que existan medios variados entre los que se pueda elegir de acuerdo a las propias necesidades. El deber de los informadores es ser fieles a la verdad al momento de difundir las noticias, pero como no existe una absoluta perfección, los receptores deben exigir que se corrijan rápidamente aquellas noticias falsas y deformadas. Ciertamente el derecho de información tiene determinados límites, siempre que su ejercicio choca con otros derechos, como son: el derecho a la verdad que ampara la buena fama de los hombres y de toda sociedad; el derecho a la vida privada, que defiende lo más íntimo de las familias y de los individuos; el derecho al secreto, si lo exigen las necesidades o circunstancias del cargo o el bien público.
  2. La libertad de comunicación. La vida social se apoya de hecho en el intercambio y diálogo constantes de los individuos y de los grupos entre sí. El hombre es un ser social; por ello, le es necesario manifestar sus pensamientos y compararlos con los de los demás. Esto es absolutamente necesario para la mutua comprensión y cooperación. En la práctica, esta libertad de comunicación, incluye la libertad de los individuos y los grupos para investigar, para difundir a todas partes las noticias y para utilizar libremente los medios de información.
  3. Los instrumentos de comunicación al servicio de los católicos
  4. Opinión pública e intercomunicación en la vida de la Iglesia. En la Iglesia la comunicación y el diálogo son muy necesarios, porque ella está insertada en la misma sociedad humana. Es necesario que los católicos sean plenamente conscientes de que esa verdadera libertad de expresar su pensamiento, que se basa en la caridad y en el “sentido de la fe”. Ahora bien, las verdades de fe que pertenecen a la esencia misma de la Iglesia no pueden en modo alguno estar sujetas a la libre interpretación de cada uno. Los fieles tienen que distinguir entre la doctrina que expone el Magisterio auténtico y las opiniones de los peritos o teólogos y juzgarlos con espíritu crítico. Teniendo en cuenta este criterio, el diálogo de la Iglesia debe llegar a todo el mundo y los medios de comunicación social son un gran medio: ayudan a la Iglesia a manifestarse al mundo, a establecer el diálogo dentro de ella misma y ponen al tanto de la mente del hombre actual, al que tiene que transmitir el mensaje de salvación. Es un grandísimo deber de aquellos que tienen la potestad sagrada en la Iglesia.
  5. Utilidad de los medios de comunicación para el anuncio del evangelio. Cristo mandó a los Apóstoles y a sus sucesores que enseñaran “a todas las gentes”, que fuesen “luz del mundo”, que proclamaran el Evangelio, en todo tiempo y en todo lugar. Cristo y los apóstoles usaron los medios que tenían a mano para llevar a cabo su misión. Por lo que no podría considerarse fiel al mandato de Cristo quien desaprovechara las facilidades y oportunidades que estos medios proporcionan para hacer llegar las verdades y preceptos evangélicos a los más posibles. Además, estos instrumentos son muy útiles para hacer llegar más fácilmente a todos la instrucción cristiana.