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Evangelio de hoy 13 dic. 2019 (San Mateo 11,16-19.)

¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: ‘¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!’.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: ‘¡Ha perdido la cabeza!’. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras”.Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

COMENTARIO

La sabiduría de Dios

San Juan Bautista vivía separado de la gente, era nazir (Lc 1,15; Nm 6,1), consagrado a Dios. Dejó el mundo y se confrontó con él, llamándolo al arrepentimiento. Todos los habitantes de Jerusalén acudían a él en el desierto (Mc 1,5) y los afrontaba cara a cara. Pero cuando enseñaba, hablaba de Alguien que tenía que venir y a hablarles de manera muy diferente. Alguien que no se separaría más de ellos, no se presentaría como un ser superior, sino como su hermano. Hecho de la misma carne y los mismos huesos, uno entre muchos hermanos, uno en la multitud. Él ya estaba entre ellos: “en medio de ustedes hay alguien al que no conocen” (Jn 1,26).

Al fin Jesús comienza a mostrarse y a “manifestar su gloria” (Jn 2,11) por los milagros. ¿Pero dónde? En un banquete de bodas. ¿Y cómo? Incrementando el vino. Comparen todo esto, con lo que dice de sí mismo: “Llegó Juan, que no come ni bebe… Llegó el Hijo del hombre que come y bebe, y dicen: “es un glotón y un borracho” (Mt 11,18). Se podía haber odiado a Juan, pero se lo respetaba. Jesús, él, era despreciado.

Oh querido Señor, esto fue así porque tú tanto amas esta naturaleza humana que creaste. No nos amas simplemente por ser tus criaturas, obra de tus manos, sino por ser hombres. Amas todo, porque lo creaste todo, pero amas a los hombres por encima de todo. ¿Cómo es esto posible, Señor? ¿Qué hay en el hombre, más que en otras criaturas? “¿Qué es el hombre para que pienses en él?” (Sal 8,5). No tomaste la naturaleza de los ángeles cuando te manifestaste para nuestra salvación y no tomaste una forma o un rol o un oficio por encima de una vida humana ordinaria. Ni nazir, ni sacerdote levita, ni monje, ni ermitaño. Viniste precisamente en la plenitud de esta naturaleza humana que tanto amas, viniste como verdadero hombre en esta carne que ha caído en Adán, con todas nuestras debilidades, nuestros sentimientos y simpatías, exceptuado el pecado.