3 Minutos con Jesús en el evangelio de San Marcos 10,28-37

Evangelio de San Marcos 10,28-37
En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte». Jesús le respondió: «Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres e hijos y tierras, junto con
persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros”.

Meditación
El Evangelio de hoy recuerda el pasaje en el que Jesús apenas termina de hablar sobre el peligro de las riquezas, Pedro le pregunta qué recibirán los discípulos que han dejado todo para seguirlo. Jesús es generoso. En verdad, responde que no hay ninguno que haya dejado la familia, la casa, los campos que no reciba ya en este tiempo, cien veces más. Quizá Pedro piensa que ir detrás de Jesús es una bonita actividad comercial, porque nos hace ganar cien veces más.

Pero Jesús añade que junto a esta ganancia habrá persecuciones: como si dijera: ‘Sí, ustedes han dejado todo y recibirán aquí, en la tierra, muchas cosas: ¡pero con persecución!’. Esta es la ganancia del cristiano y este es el camino del que quiere ir detrás de Jesús, porque es el camino que Él ha hecho: ¡Él ha sido perseguido! Es el camino del abajamiento. Lo que Pablo dice a los filipenses: Se abajó. Se hizo hombre y se abajó hasta la muerte, y una muerte de cruz. Esta es precisamente la tonalidad de la vida cristiana”. ¿Quién está libre de las cruces de esta vida? ¿Quién en esta tierra ha vivido sin sufrir algo? Nadie. Todos sufrimos en esta vida. Pero es extraño sufrir para el que no ama. Es una locura sufrir por Cristo si no se le tiene. Quien lo tiene lo da todo por Él, porque lo ama. Quien sufre por alguien amado, crece; se enaltece; siente que recibe más de lo que ha dado. Optar por Cristo siempre será la mejor opción de nuestra vida porque Él da sentido a nuestro dolor. Dejarlo todo significa no estar apegados a nada. Lo más fácil que puede ocurrirnos, no está tanto tener o no tener cosas, sino en los apegos del corazón, que hacen imposible estar abierto para que dios lo colme de su presencia. Renunciar es seguir a Cristo con una amorosa libertad, sin engaño ni doble vida. Pero la generosidad de Jesús desborda todo cálculo y previsión. Cien veces más en esta vida y además la vida eterna. Nadie puede dar más, porque es una medida divina. Dios se da sin medida ni límites.

“Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho, y entonaré un himno de alabanza al Dios Altísimo”

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