3 minutos con Jesús

3 Minutos con Jesús en el evangelio de San Lucas 6,27-38

Evangelio de San Lucas 6,27-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman solo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien solo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después. Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos».

Meditación
¿Por qué tanta gente vive secretamente insatisfecha? ¿Por qué tantos hombres y mujeres encuentran la vida monótona, rutinaria, sin sabor? ¿Por qué se aburren en medio de su bienestar? ¿Qué les falta para encontrar de nuevo la alegría de vivir? Quizás la existencia de muchos cambiaría y adquiriría otro color, y otra vida, sencillamente si aprendieran a amar de forma gratuita a alguien.

Lo quiera o no, el hombre está llamado a amar de forma desinteresada. Y si no lo hace, en su vida se abre un vacío que nada ni nadie puede llenar. No es una ingenuidad escuchar las palabras de Jesús: Hagan el bien y presten sin esperar nada. Puede ser el secreto de la vida. Lo que puede devolvernos la alegría de vivir.

Es fácil terminar sin amar a nadie de manera verdaderamente gratuita. No hago daño a nadie. No me meto en los problemas de los demás. Respeto los derechos de los otros. Vivo mi vida. Pero eso, ¿es vida realmente? Despreocupado de todos, reducido al trabajo, mi profesión o mi oficio, ajeno a los problemas de los demás, ajeno a los sufrimientos de la gente, me encierro en mi casa de cristal. ¿Para qué? ¿Para encontrar mi felicidad?
Vivimos en una sociedad en donde es difícil aprender a amar gratuitamente. En casi todo nos preguntamos: ¿Para qué sirve? ¿Es útil? ¿Qué gano con esto? Todo lo calculamos y lo pedimos. Nos hemos hecho a la idea de que todo se obtiene pagando: alimentos, vestidos, vivienda, transporte, diversión. Y así corremos el riesgo de convertir todas nuestras relaciones en puro intercambio de servicios, donde np ponemos ni una pequeña cantidad de amor, ni de sabor.

“Proclamaré todas tus maravillas; me alegraré y exultaré contigo y entonaré salmos en tu nombre, Dios Altísimo”

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