Mariscal Cáceres

Cuñumbaza celebra los 25 años de vida sacerdotal del P. Enrique Rodríguez Torrejón en vísperas de la Virgen de Guadalupe

En un ambiente de profunda fe, gratitud y alegría comunitaria, se celebró la Santa Misa en acción de gracias por los 25 años de vida sacerdotal del P. Enrique Rodríguez Torrejón, párroco querido y cercano a su comunidad, en el marco de las vísperas de la festividad de la Virgen de Guadalupe, Patrona de las Américas.

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La celebración eucarística congregó a fieles, agentes pastorales, familias y amigos, quienes se unieron para dar gracias a Dios por el don del sacerdocio del P. Enrique y por su entrega generosa a lo largo de estos años al servicio de la Iglesia. Fue un momento significativo para reconocer una vida marcada por la fidelidad, la cercanía pastoral y el compromiso con la evangelización.

Un ministerio vivido con entrega y servicio

Durante la celebración se resaltó el testimonio del P. Enrique Rodríguez Torrejón, recordando su caminar sacerdotal caracterizado por la dedicación a las comunidades confiadas a su cuidado, la predicación del Evangelio y la atención pastoral a los más necesitados. La comunidad expresó su agradecimiento por su guía espiritual y por su constante disposición para acompañar, escuchar y servir.

Vísperas solemnes en honor a la Virgen de Guadalupe

La jornada estuvo enmarcada también por las Vísperas solemnes de la Virgen de Guadalupe, fortaleciendo el sentido mariano de la celebración. Bajo la protección maternal de la Morenita del Tepeyac, se elevó una oración especial por el P. Enrique, pidiendo a Dios que continúe bendiciendo su ministerio con salud, sabiduría y perseverancia.

La devoción guadalupana unió a la comunidad en un clima de recogimiento y esperanza, recordando el mensaje de amor, consuelo y cercanía que la Virgen ofrece a todos sus hijos.

Una Iglesia que agradece y celebra

La Misa concluyó con muestras de afecto y reconocimiento por parte de los fieles, reafirmando la comunión entre pastor y comunidad. Esta doble celebración —el aniversario sacerdotal y las vísperas guadalupanas— se convirtió en un signo visible de una Iglesia viva, agradecida y unida en la fe.

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