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3 Minutos con Jesús en el evangelio de San Marcos 2,18-22

Evangelio de San Marcos 2,18-22
En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?» Jesús les contestó: «¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el esposo está con ellos? Mientras está con ellos el esposo, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el esposo les será quitado y entonces sí ayunarán. Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos».

Meditación
Hoy celebramos a San Antonio Abad, padre del monaquismo. Al oír las palabras del evangelio “si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y luego ven conmigo”, distribuyó sus bienes entre los pobres y se marchó al desierto. Seguimiento radical.

Seguir a Jesús conlleva en muchos casos renunciar a todo, especialmente a todo cuanto se convierte en obstáculo para su seguimiento. El vino nuevo del cual habla el evangelio es Jesús, a quien tenemos que seguir. Los odres viejos, las instituciones judías y sobre todo la mentalidad de algunos. La tradición, lo que se ha hecho siempre, los surcos que ya hemos marcado, es lo más fácil.

Pero los tiempos mesiánicos exigen la incomodidad del cambio y la novedad. Los odres nuevos son la mentalidad nueva, el corazón nuevo. Lo que les costó a Pedro y los apóstoles aceptar el vino nuevo, hasta que lograron liberarse de su formación anterior y aceptar la mentalidad de Cristo, rompiendo con los esquemas humanos heredados.

El ayuno sigue teniendo sentido en nuestra vida de seguidores de Cristo. Tanto humana como cristianamente nos hace bien a todos el saber renunciar a algo y darlo a los demás, saber controlar nuestras apetencias y defendernos con libertad interior de las continuas urgencias del mundo al consumo de bienes que no suelen ser precisamente necesarios. Por penitencia. Por purificación. Y porque estamos en el tiempo en que la Iglesia «no ve» a su Esposo: estamos en el tiempo de su ausencia visible, en la espera de su manifestación final. Ahora bien, este ayuno no es un «absoluto» en nuestra fe. Lo primario es la fiesta, la alegría, la gracia y la comunión. Lo prioritario es la Pascua. También el amor supone muchas veces renuncia y ayuno. Pero este ayuno no debe disminuir el tono festivo, de alegría, de celebración nupcial de los cristianos con Cristo. 

“Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y sígueme”

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