Obispo

Biografía de Mons. Martín Fulgencio Elorza Legaristi

Martín Fulgencio Elorza Legaristi, nacido en Elgeta el 30 de diciembre de 1899 y, casualidades de la vida, fallecido el mismo día en Lima en 1966, será recordado este domingo en su localidad natal con un homenaje organizado por la comunidad pasionista. El acto comenzará al mediodía, con una misa mayor, seguida de un acto de homenaje junto al busto en su memoria. A las 13:30 se inaugurará una exposición fotográfica y después la jornada se cerrará con una comida popular en el polideportivo.

Monseñor Elorza fue una de las figuras más respetadas de la amplísima comunidad pasionista vasca en el Perú, donde realizó una gran labor especialmente en el ámbito de la educación y formación de las comunidades locales. Elorza fue nombrado Obispo Titular de Baliana y Primer Prelado de Moyobamba en 1953. Durante los 17 que permaneció en el cargo viajó incansablemente a lo largo y ancho de la selva, visitando todos los rincones de la prelatura, a pie, en barca o a caballo, esfuerzo que terminó minando su salud. Falleció en 1966 en Lima.

Moyobamba, obispos pasionistas vascos

Creada en 1948, la Prelatura de Moyabamba pasó en 1949 a la responsabilidad misionera de la provincia religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, con sede en la ciudad vasca de Bilbao. Posteriormente ha contado con tres obispos miembros de la Orden Pasionista, que trabajaba en la zona desde 1913: el elgetarra Martín Fulgencio Elorza Legaristi CP, Obispo Titular de Baliana y primer Prelado con sede en Moyabamba; el fruiztarra Venancio Celestino Orbe Uriarte CP; y el donostiarra José R. Santos Iztueta Mendizabal CP.

La figura de Martín Fulgencio Elorza Legaristi brilla por numerosas razones, por su compromiso y entrega, por su capacidad de trabajo y de organización, y  por su férrea voluntad de cumplir con la misión y la responsabilidad que había adquirido.

Él fue un hombre con una visión religiosa conservadora, que le tocó vivir tiempos de grandes cambios. Tanto en su patria de nacimiento, Euzkadi, como en su patria de adopción, Perú. También le toco vivir tiempos de reflexión y cambio en la Iglesia Católica. Vivió el Concilio Vaticano II, como participante, con todo lo que ello supuso de cambio y de revolución en la Iglesia. Él no se sentía preparado para los grandes debates teológicos, pero sí propuso y defendió un cambio de calado en la forma en la que la Iglesia se relacionaba con los fieles: defendió el uso de las lenguas vernáculas por parte de la Iglesia.

Él era un vasco que vivió la persecución de su lengua, y era un misionero en el Amazonas. Por lo tanto, él sabía lo importante que era dirigirse a las personas en su propio idioma.