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Evangelio de hoy 21 ene. 2020 (San Marcos 2, 23-28.)

Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: “¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?”.
El les respondió: “¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre a entrar en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?”. Y agregó: “El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que, el Hijo del hombre es dueño también del sábado”.

«Un tiempo de descanso, el séptimo día, está reservado para el pueblo de Dios» (He 4,9)

El sábado no ha sido establecido como una prueba para el discernimiento entre la vida y la muerte, entre la justicia y el pecado. No, el sábado, en su tiempo, ha sido dado al pueblo en vistas al descanso; con los hombres, los animales debían cesar el trabajo (Ex 23,12).

Si el sábado no había sido creado para el descanso de todo ser que realiza un trabajo corporal, las criaturas que no trabajan habrían debido, desde su origen, también, observar el sábado para estar justificadas. Por el contrario, vemos el sol avanzar, sin descanso, la luna recorrer su órbita, las estrellas proseguir su carrera, los vientos soplar, las nubes moverse por el cielo, las aves volar, los arroyos manar las fuentes, las olas agitarse, los relámpagos caer e iluminar la creación, el trueno estallar violentamente a su tiempo, los árboles dar sus frutos, y cada criatura crecer y fortalecerse. No vemos en verdad ningún ser descansar el sábado, salvo los hombres y los animales de carga que están sujetos a la ley del trabajo.         

A ninguno de los justos del Antiguo Testamento, el sábado les fue dado para que encontraran la vida. Pero la fidelidad al sábado estaba prescrita para que descansaran servidores, esclavas, mercenarios, extranjeros, animales de carga, con el fin de que pudieran restablecerse del trabajo abrumador. Ya que Dios ha cuidado de toda su creación, tanto de animales de carga como de animales feroces, de las aves como de los animales silvestres. Escucha ahora cuál es el sábado que Dios quiere. Isaías dijo: “He aquí mi descanso: hacer descansar al que está cansado» (28,12). Nosotros por lo tanto, guardemos fielmente el sábado de Dios; haciendo lo que complace a su corazón. Así entraremos en el sábado del gran descanso, donde cielo y tierra reposarán, donde toda criatura se recrea.

FUENTE: evangeliodeldia.org