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Evangelio de hoy 13 mar. 2020 (San Mateo 21, 33-43,45-46)

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?». Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.» Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?, por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.» Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.

«La viña del Señor»

Dios ha plantado la viña del género humano moldeando a Adán (Gn 2,7) y eligiendo a los patriarcas. Luego, entregó la viña a los viñadores dándoles la Ley por Moisés. La ciñó con una valla, es decir, delimitó la tierra que los viñadores tendrían que cultivar. Construyó una torre, es decir, escogió a Jerusalén. Les envió los profetas antes del exilio a Babilonia, después de la deportación envió otros, más numerosos que los primeros para reclamar el fruto y para decirles: “Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones.” (Jer 7,3) “Juzgad con rectitud y justicia; practicad el amor y la misericordia unos con otros. No explotéis a la viuda, al huérfano, al extranjero y al pobre, y no traméis nada malo contra el prójimo” (Za 7,9-10) “Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones, aprended a hacer el bien. Buscad el derecho, proteged al oprimido, socorred al huérfano, defended a la viuda.” Por esta predicación los profetas reclamaban los frutos de la justicia. Pero, como esta gente permaneció en la incredulidad, les envió finalmente al Hijo, Nuestro Señor Jesucristo que fue asesinado por lo viñadores malvados. Por esto, Dios confió la viña, no delimitada, sino extendiéndola sobre toda la tierra a otros viñadores, para que le entregaran el fruto a su tiempo. La gloria de la elección se extiende por doquier con su resplandor, porque por todas partes resplandece la Iglesia. Por todas partes está colocado el lagar porque en todas partes viven los que han recibido la unción del Espíritu de Dios. Por eso el Señor les decía a sus discípulos, para que fueran buenos obreros: “Tengan cuidado de ustedes, no sea que se debiliten sus corazones, con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida” (Lc 21,34.36); “Tengan ceñida su cintura y encendidas sus lámparas. ustedes están como los hombres que aguardan a su señor” (Lc 12,35-36).    

FUENTE: evangeliodeldia.org