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El Bautismo, una relación como hijos de Dios

El evangelio nos recuerda que Jesús se deja bautizar por Juan en el río Jordán. Y con su bautizo trae muchas gracias para nuestra vida. ¿Recuerdas qué significa esto para nosotros?

Bautismo significa “sumergir”, es poner fin al hombre viejo y da paso a una nueva vida, es la purificación de nuestra alma, renunciando a todo aquello que nos separa de Dios, es el primer sacramento y donde comienza nuestra vida cristiana, y a través de este sacramento nos hacemos hijos de Dios para toda la eternidad, significa que nosotros ya no somos criaturas, sino pasamos a ser herederos de su Reino, y él se convierte en nuestro Padre.

Dios viene en busca de nosotros y nos quiere hacer parte de su familia. “El nacimiento físico nos hace nacer en una familia. El bautismo nos hace nacer en una comunidad: La Iglesia”

Al momento de Bautizarnos, recibimos cuatro dones, los cuales nos ayudarán a vivir plenamente nuestra vida cristiana:

La Luz, desde el Cirio, esta Luz llega hasta nosotros a través de la vela que nuestros Padres y Padrinos sostienen en sus manos, para comunicarnos a Jesús que es la Luz que alumbra al mundo, nos hacemos portadores de este don, no para esconderlo, si no para ser luz para los demás. Así como nos dice Juan: “Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida” (Juan 8, 12)

La vestidura blanca, significa que nuestra alma se vuelve blanca y pura, símbolo de la dignidad de ser Hijo de Dios: “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. (Marcos 9, 2-3), ¿No nos gustaría mantener esta vestidura, siempre blanca, siempre limpia?

La Palabra, es la voz de Dios, es la que nos indica el Camino, nos muestra la Verdad y nos regala la Vida: “Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy. Tomás le dijo: Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. (Juan 14, 2-6)

El agua en el bautismo, es el “Signo” de la acción del Espíritu Santo, aquella que limpia y nos purifica. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”. (Juan 3,5).

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