Comentario del Evangelio IV Domingo de Tiempo de Adviento, Lucas 1,39-45
SuscrĂbete a nuestro canal đ http://bit.ly/SuscribeteSanGabriel El Padre JosĂ© JoaquĂn comparte con nosotros el #EvangelioDeHoyââââ Domingo 10 de Diciembre 2021, Evangelio segĂșn San Lucas 1,39-45.
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¥Que la gracia y el consuelo de Jesucristo que viene a salvarnos estén con ustedes!
Llegamos ya al cuarto y Ășltimo domingo del tiempo de adviento y, como todos los años, la protagonista principal de la palabra de Dios es la santĂsima virgen MarĂa, a la que contemplamos en su Inmaculada ConcepciĂłn el pasado dĂa ocho. En esta ocasiĂłn, embarazada de Dios, nos visita para provocar en nosotros lo mismo que aconteciĂł en su prima Santa Isabel. Es decir, tambiĂ©n nuestras entrañas saltarĂĄn de alegrĂa ante la llegada de nuestro Salvador.
Realmente los cielos destilan su rocĂo, y las nubes llueven al justo, porque el Padre del cielo lo derrama en la tierra. La tierra se abre y hace germinar al Salvador. Esta tierra es MarĂa, la mĂĄs excelente tierra, donde la semilla de la palabra de Dios se ha sembrado para dar a luz al mejor trigo, el pan que contiene en sĂ todo deleite. Este pan va a nacer en BelĂ©n, que significa âcasa del panâ.
Por ello, el profeta Miqueas, en la primera lectura, alaba a Belén Efratå. De esta pequeña población Dios va a sacar al que va a gobernar no sólo a Israel, sino al rey del universo. Su origen es eterno, en el seno del Padre, pero, en la plenitud de los tiempos, nacerå como un hombre mortal, con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre de Dios. El mismo serå la paz. El serå también el pastor firme, con la fuerza del Señor, para guiar su rebaño a las verdes praderas del reino de los cielos.
Acudimos a este nuestro Buen Pastor que nos escucha siempre. Ăl despierta su poder y viene a salvarnos. Ăl hace brillar su rostro sobre nosotros, nos restaura y nos salva. Ăl es el Dios del universo, que se vuelve y nos mira desde el cielo. El viene a visitar su viña, es decir, el mundo entero. Visita al hombre que Ă©l creĂł y que estĂĄ necesitado de redenciĂłn. Con su mano nos protege y fortalece. No nos alejaremos de Ă©l, le pedimos que nos dĂ© la vida, Ă©l es la Vida, lo invocamos y Ă©l viene a nosotros, para darnos su propia vida divina.
AsĂ nos lo asegura el autor sagrado de la carta a los hebreos. El Padre envĂa su Hijo a este mundo para hacer su voluntad. El Hijo entra en este mundo por medio de la obediencia de MarĂa, bajo la acciĂłn del EspĂritu Santo que la cubre con su sombra. Ella es la primera esclava de la voluntad de Dios. Su Hijo, carne de su carne, es tambiĂ©n el Hijo eterno de Dios. Ella le da ese cuerpo con el que JesĂșs serĂĄ vĂctima expiatoria por nuestros pecados. Ăl ofrecerĂĄ ese cuerpo en la cruz. MarĂa es la esclava del Señor. Jesucristo es el esclavo del Padre que viene para hacer su voluntad. La obediencia de Jesucristo, por amor al Padre, viene despuĂ©s de la obediencia de la virgen MarĂa. Gracias a la obediencia de los dos hemos sido santificados y salvados. DĂ©mosle gracias de todo corazĂłn a MarĂa santĂsima y a su Hijo Jesucristo. PidĂĄmosle que nos enseñen a ser obedientes como ellos, para que asĂ podamos colaborar en nuestra propia salvaciĂłn y la de todos los hombres.
En MarĂa se cumplen las profecĂas. Ella es la Virgen que concibe por obra del EspĂritu Santo y da a luz un Hijo, al que ella y San JosĂ© ponen por nombre JesĂșs, âDios que salvaâ, Emmanuel, âDios-con-nosotrosâ.
La escena del Evangelio la conocemos y la hemos contemplado muchas veces, pero hoy se cumple para cada uno de nosotros. MarĂa en Nazaret ha dicho que sĂ a la propuesta del arcĂĄngel San Gabriel, embajador supremo de las personas divinas. El Hijo eterno del Padre, su verbo y su palabra, ha empezado a existir dentro de su seno virginal. El EspĂritu Santo ha fecundado un Ăłvulo de esta joven, tiene en sus entrañas y crece dentro de ella el Santo de Dios, al que va a dar a luz en BelĂ©n. Pero el mensajero divino le ha contado que su prima Isabel, que parecĂa estĂ©ril, estĂĄ embarazada de seis meses. La Virgen se ponen en camino deprisa para subir a la casa de Isabel. Quiere apoyarla y asistirla con todo su amor. No se ha quedado mirĂĄndose en un espejo, contemplando el milagro que Dios ha hecho en ella, sino que, presurosa, va al encuentro de su prima para servirla tres meses, es decir, hasta el nacimiento de San Juan Bautista.
Se saludan las dos embarazadas con inmenso cariño y, antes de que MarĂa pueda decirle nada a Isabel, el EspĂritu Santo hace saltar de alegrĂa a Juan en su seno y le revela que su prima es la Madre de su Señor. Y asĂ se lo dice: ÂĄbendita tĂș entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ÂżQuiĂ©n soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Bienaventurada la que ha creĂdo, porque lo que le ha dicho el Señor, se cumplirĂĄ. No podemos imaginarnos la reacciĂłn de la virgen ante estas palabras. No hace falta que nos lo imaginemos, porque lo sabemos. MarĂa se puso a danzar y a cantar llena de alegrĂa lo que llamamos el MagnĂficat: âproclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi EspĂritu en Dios, mi Salvadorâ.
Hermanos, no nos cansamos de contemplar esta maravillosa escena. Nos quedamos asombrados y admirados, y nos llenamos de jĂșbilo espiritual, hasta llorar con lĂĄgrimas de alegrĂa. TambiĂ©n nosotros se lo decimos hoy, y se lo diremos millones de veces, hasta la hora de nuestra muerte: ÂĄbendita tĂș entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, JesĂșs, nuestro Ășnico salvador!
Hoy nos visita la Madre de nuestro Señor, con JesĂșs en sus entrañas. Salgamos a su encuentro para que, al saludarla, todo nuestro ser se estremezca y salte de alegrĂa. Con el centuriĂłn romano le decimos: no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya, bastarĂĄ para sanar mi alma. MarĂa, tu Palabra, tu Ășnica Palabra, que sana mi alma y salva mi vida, es la palabra del Padre eterno que llevas en tu seno virginal: tu Hijo Jesucristo.
SĂłlo faltan cinco dĂas. Acudamos a la Virgen MarĂa y a San JosĂ© para que nos preparen para esta Navidad, que debe ser la mejor de nuestra vida. Dios se hace hombre mortal, se hace Hijo del hombre, para hacer al hombre hijo de Dios. JamĂĄs podrĂamos haber pensado ni soñado semejante privilegio y dignidad.
Oremos para que todos vivamos una muy santa y feliz Navidad. ÂĄBendiciones!
#PalabraDelSeñor
Te doy Su Palabraââââââââââââââââ đ https://bit.ly/TeDoySuPalabra
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