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Comentario del Evangelio del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario Marcos 9,38-43

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El Padre José Joaquín comparte con nosotros el #EvangelioDeHoy Domingo 22 de Agosto del 2021, Evangelio según San Marcos 9,38-43 Conéctate con la #LectioDivina 📖 https://bit.ly/ComentarioDelEvangelio

Que la gracia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo estén con ustedes.

El pasado domingo, dejábamos a Jesús abrazando a un niño con cariño. Nos aseguró que debemos acoger a los pequeños en su nombre. Cuando acogemos a un niño en su nombre lo acogemos a él; y al acoger a Jesús, acogemos al Padre que lo ha enviado. Hoy de nuevo el Señor nos advierte que no debemos escandalizar a ninguno de los pequeños que creen. Es muy severo Jesús: “más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar”.

Cuando el Señor eligió a sus apóstoles, no lo hizo al azar, sino que estuvo toda la noche orando antes de nombrar a los sucesores de las 12 tribus de Israel, y a los que iban a ser fundamento de su Iglesia. Al recibir a los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, les puso el apodo de “hijos del trueno”. Los conocía bien y sabía que eran impetuosos y vehementes. Comienza hoy el pasaje del Evangelio con un gesto impulsivo de Juan, que le dice a Jesús que han querido impedir a uno que no era de su grupo que echaba demonios en el nombre de Jesús.

El Señor lo tranquiliza y le responde que no debe impedir un milagro hecho en su nombre, porque quien hace un exorcismo en el nombre de Jesús es porque está a favor de Jesús y cree en él. No debemos ver enemigos donde no los hay, hasta que no se declaren como tales. Es muy importante no tener prejuicios ante ninguna persona, sino acoger a todos con sencillez de corazón. Yo pienso que muchas veces, los que se acercan con mala disposición a nosotros, dejarían esa actitud contraria si los acogemos con una sonrisa.

Jesús se fija en todos los detalles. Recordamos el interés que tuvo en que no se desperdiciara nada de lo que sobró de la multiplicación de los panes. Hoy nos dice que no quedará sin recompensa aquel que nos dé a beber un vaso de agua, porque somos discípulos de Cristo. Cuidemos también, hermanos, los detalles de educación y cortesía con los que se acercan a nosotros. Recordemos que lo que hacemos a cualquiera, se lo hacemos a Jesús.

Muchos santos han tenido como uno de los ideales de su vida “antes morir que pecar”. Todos los maestros espirituales enseñan que debemos evitar todas las ocasiones de pecado. Es una recomendación a tener siempre presente en nuestra vida. Pidamos a nuestro ángel de la guarda que nos aleje de cualquier peligro para nuestro cuerpo y para nuestra alma. Evitemos, con la gracia de Dios, los lugares, las circunstancias, los ambientes y las personas que nos hacen pecar. No es cobardía alejarse de todos ellos.

De hecho, hoy Jesús, a través de unas comparaciones muy fuertes, nos enseña la importancia de alejarnos y evitar la posibilidad de pecar: “si tu mano, si tu pie, si tu ojo, te hacen caer, córtatelos. Más te vale entrar manco, cojo o tuerto en el reino de Dios, que ser echado con el cuerpo completo en el infierno”. Más clara no puede ser la advertencia del Señor.

Ahora se trata de que cada uno de nosotros examinemos las circunstancias en que vivimos y las personas con las que nos relacionamos, para que, sinceramente, en la presencia del Señor, discernamos si son buenas o malas influencias para nuestra santificación y nuestra salvación. Repito, hermanos, que es tarea personal de cada uno de nosotros decidirnos con firmeza para dejar lo que nos hace pecar. Para ello contamos con la asistencia del Espíritu Santo.

Si tenemos dudas, acudamos a nuestro confesor o director espiritual, que nos ayudará a discernir, a la luz de la palabra de Dios, la elección que más agrada al Señor. Muchas veces, como sacerdote, experimento la tristeza de que algunos fieles cristianos no hacen caso a los consejos y recomendaciones para estas situaciones. Esto siempre me motiva a mí y a los sacerdotes a orar más y a hacer penitencia por estos hermanos, a los que les cuesta más salir de las redes en que los ha envuelto el maligno.

El salmo responsorial nos asegura que la ley del Señor es perfecta, es descanso del alma, es fiel e instruye al ignorante. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable. Sus mandamientos son verdaderos y enteramente justos. El que hace la voluntad de Dios no peca, y se aleja de las ocasiones de pecar. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón. Imitemos a Jesús, cuyo alimento fue hacer siempre la voluntad del Padre. Cuando algo o alguien intentaba alejarlo del plan del Padre, lo rechazó con toda contundencia. Nos acordamos de cuando respondió a San Pedro: “aléjate de mí, Satanás, tú piensas como los hombres, no como Dios”.

El mismo apóstol Santiago continúa hoy advirtiéndonos de los peligros de ser injustos, acumulando riquezas y defraudando el salario justo de los obreros. Alejémonos del lujo y los placeres. No condenemos a los justos. Apoyemos a todo el que lo necesita. No quedará sin recompensa ninguna obra buena, aunque sea sólo dar un vaso de agua.

Nuestro Dios manifiesta especialmente su poder con el perdón y la misericordia. Pidámosle que derrame incesantemente sobre nosotros su gracia, para que, haciendo su voluntad, consigamos los bienes del cielo. Que la Eucaristía de este domingo sea para nosotros fuente de toda bendición. Que la Comunión renueve nuestro cuerpo y nuestro espíritu, y así podamos participar de la herencia gloriosa de Jesucristo. Amén.

Santa Misa de hoy: 👉 http://bit.ly/SantaMisaSanGabriel

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