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Comentario del Evangelio de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María Lucas 1,39-56

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El Padre José Joaquín comparte con nosotros el #EvangelioDeHoy​​​​ Domingo 15 de Agosto del 2021, Evangelio según San Juan Lucas 1,39-56 Conéctate con la #LectioDivina​​​​ 📖 https://bit.ly/ComentarioDelEvangelio

Que la bondad y el amor de Jesucristo, Pan de la vida, estén con ustedes.

Coincide con día domingo este 15 de agosto la celebración de la solemnidad de la Asunción de la Virgen María al cielo. Este es un motivo de gran gozo espiritual para los que somos hijos de esta Madre bendita. La liturgia tiene dos celebraciones: Misa vespertina de la vigilia y Misa del día.

En este día pregonamos la gloria de María Inmaculada, que hoy es elevada por encima de los ángeles, y con Cristo triunfa para siempre. Así es, hermanos: el Padre se ha complacido en la humildad de su sierva, la Virgen María, y ha querido elevarla a la dignidad de Madre de su Hijo. Hoy corona a María de gloria y esplendor, y nosotros, salvados por el misterio de la redención, le pedimos, por intercesión de la Virgen, nos conceda también el premio de su gloria. Confiamos en que, el sacrificio de reconciliación y alabanza que celebramos en esta fiesta, nos obtenga el perdón de los pecados, nos libre de todos los males y nos ayude a vivir en continua acción de gracias.

Como todos saben, lo que hoy celebramos es el momento en el que las Personas divinas resucitan el cuerpo de la Virgen María: con razón no quisieron que conociera la corrupción la mujer que, por obra del Espíritu Santo, concibió en su seno al Autor de la vida, Jesucristo su Hijo y Señor. En este mismo instante es resucitada y elevada en cuerpo y alma a la gloria de Jesucristo. María es, después de Jesús, la única persona humana que ya está resucitada. Recordemos que Jesucristo es persona divina, con naturaleza divina y con naturaleza humana.

El Evangelio de la Misa vespertina nos relata brevemente una anécdota que aconteció mientras Jesús hablaba a la gente. Una mujer levantó la voz, lanzando aquel piropo hacia la Virgen: “dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron”. A continuación, Jesús mejora el piropo hacia su madre diciendo: “mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. De este modo, el Señor aclara que su Madre es más dichosa porque siempre escuchó la palabra de Dios y la cumplió, que por el hecho biológico de haberlo dado a luz y criado. ¡Qué gran lección para nosotros! La Santísima Virgen María escuchó y cumplió tan perfectamente la palabra de Dios, que la hizo carne de su carne, al responder al arcángel San Gabriel: “aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

Contemplamos hoy la magnífica y portentosa figura de esta mujer que, vestida del sol y con la luna por pedestal, es coronada con doce estrellas, al entrar resucitada y gloriosa en lo más alto del cielo, junto a su hijo Jesucristo. La Iglesia, de todas maneras, celebra dentro de una semana la Coronación de la Virgen como Reina y Señora de todo lo creado. Como este año el 22 de agosto cae en domingo, y sólo es memoria obligatoria, no lo celebraremos litúrgicamente, pero sí lo meditaremos en el Santo Rosario del domingo, porque el quinto misterio de gloria es la Coronación de María.

Así pues, hermanos, nos alegramos todos en el Señor, al celebrar este día de fiesta en honor de la Virgen María: de su Asunción se alegran los ángeles y alaban al Hijo de Dios. Nosotros también alabamos a Dios Padre todopoderoso y eterno, que hoy eleva en cuerpo y alma a los cielos a la Inmaculada Virgen María, Madre de su Hijo. Le rogamos nos conceda que, aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de su misma gloria. Nada más y nada menos. Pero démonos cuenta que la condición para llegar a participar de la gloria de María, es aspirar siempre a las realidades divinas, es decir, la santidad y el cielo.

Llama la atención, hermanos, que el Evangelio escogido para esta solemnidad, sea el de la Visitación de la Virgen a su prima Isabel. Es un pasaje precioso en el que se encuentran estas dos mujeres embarazadas, y que termina con el hermoso canto del Magníficat de María. San Lucas nos presenta muchos detalles para nuestra meditación. Pero aquí sólo queremos intentar responder a esa inquietud de por qué este evangelio el día de la Asunción. Yo pienso que la razón es que, al estar ya la Virgen en el Cielo, puede visitarnos a cada uno de sus hijos, sin ningún obstáculo de lugar o de tiempo. Al estar glorificada a la derecha de Jesús, puede visitarnos y atendernos en todo momento. Esto es lo que creemos también de la intercesión de los santos: cuando mueren y van al cielo, desde allí pueden ayudarnos mucho más que cuando vivían en este mundo. De igual manera, podemos decirlo de nuestros seres queridos, que partieron a la casa del Padre: desde el Cielo pueden ayudarnos más que cuando estaban entre nosotros, aunque nos dé pena no verlos.

Entonces, alegrémonos de la visita que nos hace la Virgen, porque ella quiere provocar en todo nuestro ser el mismo estremecimiento que hizo saltar de alegría a Juan Bautista en el seno de Isabel. Nuestra Madre celestial quiere que el Espíritu Santo nos haga experimentar la alegría de su gloria, y así pueda crecer en nuestros corazones la esperanza y el deseo de ir al cielo.

Hermanos, no olvidemos que la muerte ha sido vencida por Jesucristo resucitado, y que la Virgen María ya goza de la resurrección que el Señor nos regalará a todos al final de los tiempos. Éstos últimos domingos precisamente hemos escuchado a Jesús que nos decía; “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”. Esta es nuestra fe. María Santísima ya disfruta, como primicia, de la gloria en cuerpo y alma.

Les cuento que, desde que comencé a rezar el Santo Rosario, me enseñaron, al meditar el cuarto misterio de gloria, que es la Asunción de la Virgen, a pedir la gracia de tener una santa muerte y a ofrecerlo por las benditas almas del purgatorio.

La Virgen, Madre de Dios, es llevada al cielo. La felicitamos de todo corazón. Ella es consuelo y esperanza del pueblo cristiano que todavía peregrina en la tierra. Acudamos cada día a nuestra bendita Madre: sabemos que nos ama y puede conseguir de Jesús lo que necesitamos.

¡Bendigamos al Señor en todo momento, su alabanza esté siempre en nuestra boca; que nuestra alma se gloríe en el Señor!

Santa Misa de hoy: 👉 http://bit.ly/SantaMisaSanGabriel

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