DocumentosDocumentos Episcopales

Celebraciones del Catecumenado de Iniciación Cristiana de Adultos

Captura de pantalla 2018-02-20 a las 16.30.05

CELEBRACIONES DEL CATECUMENADO DE INICIACIÓN CRISTGIANA DE ADULTOS

Esc. Prelatura de Moyobamba San Martín

PRELATURA DE MOYOBAMBA
2018

CELEBRACIONES DENTRO DEL CATECUMENADO DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS

PRIMER GRADO

RITO DE ENTRADA EN EL CATECUMENADO

El Rito de “Entrada en el Catecumenado” por el que se agrega entre los catecúmenos a los que desean hacerse cristianos se celebra una vez acabada la primera “evangelización.

El rito litúrgico se puede realizar en la Misa del domingo. Es de desear que toda la comunidad cristiana, o alguna parte de ella, compuesta por los amigos y familiares, por los catequistas y sacerdotes, tengan parte activa en la ceremonia.

Asistan también los padrinos de catecumenado que han de presentar a la Iglesia los candidatos avalados por ellos.

RITO DE ENTRADA

Los candidatos con sus padrinos se reúnen con el grupo de fieles fuera de la iglesia. A este lugar acude el sacerdote o diácono, revestido con alba (o roquete) y estola, o también con capa pluvial de color blanco, mientras los fieles entonan, si se cree oportuno, un salmo o himno a propósito.

Monición previa

El celebrante saluda cortésmente a los candidatos.

Después les dirige la palabra a ellos, a sus padrinos y a todos los asistentes, mostrando el gozo y satisfacción de la Iglesia.

Después invita a los padrinos y a los candidatos a que se adelanten.

Mientras se acercan y ocupan un lugar ante el sacerdote, se puede entonar algún canto apropiado.

Diálogo

Entonces el celebrante interroga a cada uno de los candidatos:

Celebrante: ¿Cómo te llamas?

Candidato: N. …

Las dos preguntas siguientes, si fuera grande el número de candidatos, se pueden hacer a todos a la vez.

Celebrante: ¿Qué pides a la Iglesia de Dios?

Candidato: La fe.

Celebrante: ¿Qué te otorga la fe?

Candidato: La vida eterna.

Primera adhesión

Después el celebrante hablará otra vez a los candidatos con estas u otras palabras:

Dios ilumina a todo hombre que viene a este mundo y le manifiesta lo que permaneció invisible desde la creación del mundo para que aprenda a dar gracias a su Creador. A ustedes, que han seguido su luz, he aquí que ahora se les abre el camino del Evangelio, para que sobre el fundamento de la fe, conozcan al Dios vivo, que habla en verdad a los hombres; y para que caminen en la luz de Cristo, confíen en su sabiduría, y pongan su vida en sus manos cada día, y puedan creer de todo corazón en él. Éste es el camino de la fe, por el cual Cristo los conducirá en la caridad, para que tengan la vida eterna.

¿Estás preparado para empezar hoy, guiados por Él, ese camino?

Candidatos: Estoy preparado.

Después, vuelto hacia los padrinos y a todos los fieles, les interroga con estas o parecidas palabras:

Ustedes, que ahora, como padrinos, han presentado a estos candidatos, y ustedes, hermanos todos, presentes aquí, ¿están dispuestos para ayudarlos a buscar a Cristo y seguirle?

Todos: Estamos dispuestos.

Exorcismo y renuncia a los cultos paganos

Después el celebrante volviéndose a los candidatos dice:

Rechaza, Señor, con el soplo de tu boca a los malignos espíritus: Mándales que se aparten, porque se acerca el Reino.

Luego dice:

Queridos candidatos, puesto que llamados y ayudados por Dios, han decidido venerarle y adorarle a Él sólo y a Cristo, y ya quieren desde ahora mismo servir al único Dios y a Cristo, ha llegado el momento solemne de que renuncien públicamente a esas potestades que no son Dios, y a esos cultos con los que no se manifiesta la veneración a Dios. ¡Lejos de ustedes esté el que abandonen a Dios y a su Cristo, y sirvan a potestades ajenas!

Candidatos: ¡Lejos de nosotros!

Después el celebrante, vuelto hacia los padrinos y hacia todos los fieles, les interroga con estas o parecidas palabras:

Ustedes, padrinos, que nos presentan a estos candidatos, y, ustedes, hermanos todos, aquí presentes, que les han oído renunciar a esos cultos.

¿Son testigos de que estos candidatos han elegido a Cristo, el Señor, y quieren servirle a él sólo?

Todos: Somos testigos.

Celebrante: ¿Están dispuestos para ayudarlos a buscar a Cristo y a seguirle?

Todos: Estamos dispuestos.

El celebrante con las manos juntas dice:

Padre de bondad, te damos gracias por estos hijos tuyos que atendiendo a tu solicitud y movidos por tu gracia te buscan y públicamente han respondido hoy a tu llamada.

Por eso todos nosotros te alabamos y te bendecimos, Padre de bondad.

Todos: Te alabamos y te bendecimos, Padre de bondad.

Signación de la frente y de los sentidos

El celebrante les habla con estas o parecidas palabras:

Queridos candidatos, ya que de acuerdo con nosotros han aprobado nuestra vida y nuestra esperanza en Cristo, ahora juntamente con sus catequistas y padrinos los signaré a ustedes con la señal de la cruz de Cristo para indicar la entrada de ustedes en el catecumenado; y toda la comunidad los abrazará con su amor y los ayudará con su auxilio.

Entonces el celebrante hace a la vez la señal de la cruz diciendo:

Reciban la cruz: Cristo mismo los fortalece con la señal de su caridad. Aprendan ahora a conocerle y a seguirle.

Después el celebrante signa colectivamente a todos los catecúmenos haciendo sobre ellos la señal de la cruz, mientras dice:

Los signo a todos en el nombre del Padre, y del Hijo,  y del Espíritu Santo, para que vivan por los siglos de los siglos.

Candidatos: Amén.

El celebrante continúa:

Oremos. Escucha, Señor, con clemencia nuestras preces por estos catecúmenos, que hemos signado con la señal de la cruz de Cristo, y defiéndelos con su fuerza, para que siguiendo las primeras enseñanzas por las que pueden vislumbrar tu gloria, mediante la observancia de tus mandatos, lleguen a la gloria del nuevo nacimiento. Por Jesucristo nuestro Señor.

R./ Amén.

Introducción en el templo

Acabados los ritos precedentes, el celebrante invita a los catecúmenos a entrar con sus padrinos en la iglesia:

Catecúmenos, entren en el templo, para que tengan parte con nosotros en la mesa de la palabra de Dios.

Mientras tanto, se canta un canto adecuado.

Celebración de la Palabra de Dios

Cuando los catecúmenos han vuelto a sus asientos se tiene la celebración sagrada de la Palabra de Dios.

Entrega de los Evangelios

Después de la Homilía, si parece oportuno, se puede distribuir, con dignidad y reverencia, el libro de los Evangelios a los catecúmenos, usando para el caso alguna fórmula apropiada:

Recibe el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Súplicas por los catecúmenos

Celebrante: Oremos por nuestros hermanos los catecúmenos, que ya han comenzado su preparación para los sacramentos; demos gracias por la mansedumbre con que Dios los ha conducido hasta este día, y pidamos que puedan recorrer el camino que aún les queda para la plena participación en nuestra vida.

Lector: Para que el Padre celestial les revele más cada día a Cristo, roguemos al Señor.

Lector: Para que abracen con corazón magnánimo la entera voluntad de Dios, roguemos al Señor.

Lector: Para que prosigan su camino sostenidos con nuestro auxilio constante y sincero, roguemos al Señor.

Lector: Para que encuentren en nuestra comunidad la unión de los corazones y la caridad desbordante, roguemos al Señor.

Lector: Para que sus corazones y los nuestros se conmuevan más profundamente con las necesidades de los hombres, roguemos al Señor.

Lector: Para que a su debido tiempo sean hallados dignos de recibir el Bautismo de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, roguemos al Señor.

En estas súplicas añádanse las acostumbradas intenciones por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero.

Oración conclusiva

Al acabar las súplicas, el celebrante, extendiendo las manos hacia los catecúmenos, dice la siguiente oración:

Oremos. Oh, Dios de nuestros padres, Dios Creador de todos los seres, te rogamos con humilde súplica, que te dignes mirar propicio a estos siervos tuyos N. y N., para que manteniendo siempre el favor del Espíritu y el gozo de la esperanza, sirvan sin cesar a tu nombre.

Llévalos, Señor, hasta el baño purificador de la nueva regeneración, para que, junto con tus fieles, tengan una vida próspera y consigan los premios eternos que tú prometes. Por Jesucristo nuestro Señor.

R./ Amén.

Si no se celebra la Eucaristía, añádase algún canto a propósito, y despídase a los fieles y a los catecúmenos. Pero si se celebra la Eucaristía, ésta sigue como de costumbre.

EL TIEMPO DEL CATECUMENADO

Y SUS RITOS

Celebración de la Palabra de Dios

Para la santificación del Domingo, ya desde el tiempo del catecumenado, ha de procurarse lo siguiente: Ábraseles poco a poco a los catecúmenos la primera parte de la celebración de la misa dominical y acostúmbreselos a participar activa y conscientemente en ellas.

Los exorcismos menores

Los exorcismos menores se celebran por el sacerdote o por el diácono, o también por un catequista digno y apto, designado por el Obispo para este ministerio. Cualquiera de éstos, extiende las manos sobre los catecúmenos, que estarán inclinados o arrodillados, y pronuncia alguna de estas oraciones en la iglesia, o en una capilla o en los locales del catecumenado. Se hacen durante la celebración de la palabra; también al principio o al fin de la reunión para la catequesis; finalmente, por necesidades peculiares, en privado para cada catecúmeno. Nada impide que las fórmulas asignadas para los exorcismos menores, puedan repetirse en diversas circunstancias.

Oraciones del exorcismo

Oremos.

Oh Dios omnipotente y eterno, que por tu Hijo Unigénito nos prometiste el Espíritu Santo, te rogamos humildemente por estos catecúmenos, que se ofrecen a ti: aparta de ellos todo espíritu maligno y toda acción errónea y pecaminosa, para que merezcan ser templos del Espíritu Santo.

Confirma nuestras palabras, llenas de fe y haz que no sean vanas, sino llenas del poder y de la gracia con que tu Unigénito libró al mundo del mal. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Oremos.

Señor, Dios nuestro, por quien se nos descubre la vida verdadera, se anula la corrupción, se fortalece la fe, se despierta la esperanza y se inculca la caridad, te rogamos en el nombre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y por la virtud del Espíritu Santo, que alejes de estos siervos tuyos la incredulidad y la duda, el culto de los ídolos y la magia, los encantamientos y el espiritismo, el ansia de dinero y los halagos de las pasiones, las enemistades y las discordias y cualquier forma de maldad.

Y puesto que les has llamado para que sean santos y sin pecado en tu presencia, renueva en ellos el espíritu de fe y de piedad, de paciencia y de esperanza, de moderación y de pureza, de caridad y de paz. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Oremos.

Señor, Dios Todopoderoso, que creaste el hombre a tu imagen y semejanza en la santidad y en la justicia, y, que sin abandonar al pecador, sabiamente preparaste su salvación por la encarnación de tu Hijo, salva a estos siervos tuyos y líbralos con tu poder de todos los males y de la esclavitud del enemigo; arranca de ellos el espíritu de la mentira, de la codicia y de la maldad.

Recíbelos en tu reino, ábreles los ojos a tu Evangelio, para que, como hijos de la luz, sean miembros de tu santa Iglesia, den testimonio de la verdad y practiquen, según tus mandamientos, las obras de misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Oremos.

Señor Jesucristo, que en el sermón de la Montaña quisiste apartar del pecado a tus discípulos y revelar las bienaventuranzas del reino de los cielos, haz que estos siervos tuyos, que oyen la palabra del Evangelio, se conserven inmunes del espíritu de codicia y avaricia, de sensualidad y de soberbia.

Como fieles discípulos tuyos, se consideren dichosos, cuando sean pobres y hambrientos, misericordiosos y limpios de corazón; trabajen por la paz y soporten con alegría las persecuciones, para que se hagan partícipes de tu reino, y así consigan la misericordia prometida, y experimenten el gozo de ver a Dios en los cielos, Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Oremos.

Dios Padre, creador y salvador de todos los hombres que has llamado a estos catecúmenos a quienes creaste por amor y acogiste con misericordia; tú que sondeas sus corazones, míralos hoy en espera de tu Hijo, consérvalos con tu providencia y realiza en ellos tu amoroso designio de salvación; para que, unidos firmemente a Cristo, sean contados entre sus discípulos aquí en la tierra y puedan alegrarse de ser reconocidos por Él en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Oremos.

Oh Dios que escrutas las intenciones y recompensas las obras, mira benigno los trabajos y el aprovechamiento de tus siervos.

Asegura sus pasos, auméntales la fe, acepta su penitencia, y, descubriendo abiertamente tu justicia y tu bondad, concédeles que merezcan participar de tus sacramentos en la tierra, y gozar de tu compañía eterna en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Las bendiciones de los catecúmenos

Las bendiciones pueden ser dadas por un sacerdote o por un diácono, o también por un catequista, los cuales, extendiendo las manos sobre los catecúmenos, pronuncian algunas de las oraciones siguientes.

Las bendiciones de ordinario, se confieren principalmente al fin de la celebración de la palabra de Dios, también al fin de la reunión catequética; finalmente, por necesidades peculiares, se puede dar en privado a cada catecúmeno.

Oremos.

Concede, Señor, a nuestros catecúmenos que, iniciados en los santos misterios, queden renovados en la fuente del bautismo y sean contados entre los miembros de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Oremos.

Oh Dios, que por tus santos profetas exhortaste a los que se acercan a ti: “¡Lávense y purifíquense!” y dispusiste por medio de Cristo la regeneración espiritual; mira ahora a estos siervos tuyos, que se disponen con diligencia al bautismo: bendícelos, y, fiel a tus promesas, prepáralos y santifícalos, para que, bien dispuestos a recibir tus dones, merezcan la adopción de hijos y la entrada en la comunión de la Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Oremos.

Señor, Dios omnipotente, mira a tus siervos, que están instruyéndose en el Evangelio de Cristo: haz que te conozcan y te amen para que de todo corazón y con ánimo gozoso cumplan siempre tu voluntad. Dígnate guiarlos en su marcha hacia ti; agrégalos a tu Iglesia, para que participen de tus misterios en esta vida y en la eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Oremos.

Oh Dios que, por la venida de tu Hijo Unigénito Jesucristo, libraste providencialmente al mundo del error, escúchanos y da a tus catecúmenos inteligencia, perfección, firmeza en la fe y conocimiento seguro de la verdad, para que progresen día a día en toda virtud, reciban en el momento oportuno la regeneración para el perdón de los pecados y glorifiquen tu nombre con nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

SEGUNDO GRADO

RITO DE LA ELECCIÓN

O INSCRIPCIÓN DEL NOMBRE

Presentación de los catecúmenos

Seis domingos antes de la celebración de los sacramentos de la Iniciación cristiana se celebra la “Elección” o “Inscripción del nombre” en la Misa comunitaria.

Acabada la homilía, el sacerdote que esté al frente de la iniciación de los catecúmenos, o un diácono o catequista o el delegado de la comunidad, presenta a los que han de ser elegidos, con estas o parecidas palabras:

Reverendo Padre, próxima ya la celebración de los sacramentos de la Iniciación cristiana, los catecúmenos aquí presentes, confiados en la gracia divina y ayudados con las oraciones y el ejemplo de la comunidad, piden humildemente que, después de la debida preparación y de la celebración de los escrutinios, les admitan a participar en los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía.

El celebrante responde:

Acérquense los que han de ser elegidos, acompañados por sus padrinos o madrinas.

Entonces se les presenta a todos a la vez.

El celebrante habla a los presentes con estas o parecidas palabras:

La santa Iglesia de Dios desea ahora asegurarse de que estos candidatos han sido hallados idóneos para entrar en el grado de los elegidos, y así celebrar los sacramentos de la Iniciación cristiana.

Y volviéndose hacia los padrinos:

Por eso os ruego a ustedes, padrinos y madrinas, que den su testimonio:

¿Han escuchado fielmente la palabra de Dios anunciada por la Iglesia?

Padrinos: Sí, la han escuchado fielmente.

Celebrante: ¿Han comenzado a caminar ante Dios, guardando la palabra recibida?

Padrinos: Sí, han comenzado.

Celebrante: ¿Están unidos fraternalmente a la comunidad, y han tomado parte en sus oraciones?

Padrinos: Sí, están unidos.

El celebrante puede dirigir a la asamblea estas o parecidas palabras:

Queridos hermanos, estos catecúmenos han pedido ser iniciados en los sacramentos de la Iglesia. Los que los conocen, han juzgado que era sincero su deseo.

Porque ya han oído desde hace tiempo la palabra de Cristo y se han esforzado en vivir según sus mandamientos; han tomado parte en la unión fraterna y en las oraciones. Ahora quiero informar a toda la asamblea que la deliberación de la comunidad ha decidido llamarlos a los sacramentos. Al comunicaros ahora esta decisión, pido a los padrinos que de nuevo ante ustedes ratifiquen su sufragio.

Y vuelto a los padrinos:

¿Juzgan, en presencia de Dios, que los candidatos son dignos de que se les admita a los sacramentos de la iniciación cristiana?

Padrinos: Sí, los juzgamos dignos.

Interrogatorio a los catecúmenos y petición de éstos

Entonces el celebrante, mirando a los catecúmenos, los exhorta e interroga con estas o parecidas palabras:

Ahora les hablo a ustedes, queridos catecúmenos. Sus padrinos y catequistas han dado buen testimonio de ustedes. Y la Iglesia, confiando en este sufragio, les llama en nombre de Cristo a los sacramentos. Ahora pues, les toca a ustedes, que ya han escuchado desde hace tiempo la palabra de Cristo, dar su respuesta en presencia de la Iglesia, descubriendo su pensamiento.

¿Quieren iniciarse en los sacramentos de Cristo, Bautismo, Confirmación y Eucaristía?

Catecúmenos: Sí, queremos.

Celebrante: Digan, pues, sus nombres, por favor.

Entonces los candidatos permaneciendo en su puesto, dicen su nombre; y un catequista le entrega la lista de los nombres al celebrante, con estas palabras:

Éstos son los nombres de los postulantes.

Mientras se inscriben los nombres, se puede cantar algo apropiado.

Admisión o elección

Acabada la inscripción de los nombres, el celebrante, se vuelve a los candidatos diciéndoles estas o parecidas palabras:

N. y N., han sido elegidos para que se inicien en los sagrados misterios.

Catecúmenos: Demos gracias a Dios.

El celebrante prosigue:

Ahora, por tanto, su deber es, como el de todos nosotros, que, ayudados por la divina gracia, ofrezcan a Dios, que es fiel a su llamamiento, su fidelidad y que se esfuercen con todo entusiasmo en llegar a la plena verdad de su elección.

Después, vuelto a los padrinos, el celebrante los exhorta con estas o parecidas palabras:

Les encomendamos en el Señor a estos catecúmenos, de los que han dado testimonio, para que los acompañen con su ayuda y con su ejemplo hasta que reciban los sacramentos de la vida divina.

Y los invita a que pongan la mano sobre el hombro de los catecúmenos.

Súplicas por los elegidos

Celebrante: Queridos hermanos, los elegidos, a quienes conducimos con nosotros a los sacramentos pascuales, se fijan en el ejemplo de nuestra renovación. Roguemos por ellos y por nosotros al Señor, para que movidos por nuestra mutua conversión, nos hagamos dignos de las gracias pascuales.

Lector: Por los catecúmenos, para que recordando el día de su elección, permanezcan siempre agradecidos a la bendición celestial, roguemos al Señor.

Lector: Para que, empleando bien este tiempo de gracia, soporten las penalidades de la renuncia y prosigan con nosotros las obras de la santificación, roguemos al Señor.

Lector: Por sus catequistas, para que les muestren la suavidad de la palabra de Dios, roguemos al Señor.

Lector: Por sus padrinos, para que les manifiesten a los catecúmenos la práctica continua del Evangelio en la vida privada y en el trato social, roguemos al Señor.

Lector: Por sus familias, para que no poniéndoles ningún impedimento, les ayuden más bien a seguir la inspiración del Espíritu Santo, roguemos al Señor.

Lector: Por nuestra asamblea, para que brille con la plenitud de la caridad y con la perseverancia en la oración, roguemos al Señor.

Lector: Por todos los que todavía dudan, para que fiándose de Cristo lleguen con decisión a la unión de nuestra fraternidad, roguemos al Señor.

En estas súplicas añádanse las peticiones acostumbradas por las necesidades de la Iglesia y de todo el mundo.

El celebrante, extendiendo las manos sobre los elegidos, concluye las súplicas con esta oración:

Oh Dios, que eres creador y restaurador del género humano, sé propicio a estos hijos de adopción, e incluye en la nueva alianza el retoño de nuevos hijos, para que, hechos herederos de la promesa, se alegren de recibir por la gracia lo que no se consigue por la naturaleza. Por Jesucristo nuestro Señor.

R./ Amén.

Si no se celebra la Eucaristía, añádase algún canto a propósito y despídase a los fieles y a los catecúmenos.

Celebración de la Eucaristía

Si se celebra la Eucaristía, ésta sigue como de costumbre.

ESCRUTINIOS Y ENTREGAS

Cuando quedan cinco domingos para la celebración de los sacramentos de iniciación cristiana se celebran los escrutinios y las “entregas”. Con estos ritos se completa la preparación espiritual y catequética de los “elegidos”.

I. ESCRUTINIOS

Los escrutinios se hacen en las Misas de los escrutinios, que se celebran los domingos tercero, cuarto y quinto de Cuaresma; léanse las lecturas del ciclo “A” con sus cantos, según están asignadas en el leccionario de la Misa. Pero si en estos domingos, por razones pastorales, no se pueden hacer, elíjanse otros domingos. Sin embargo, la primera Misa de los escrutinios debe ser siempre la Misa de la samaritana; la segunda, la del ciego de nacimiento; y la tercera, la de Lázaro.

PRIMER ESCRUTINIO

El primer escrutinio se celebra el tercer domingo de Cuaresma o cinco domingos antes de la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana.

Homilía

El celebrante, basándose en las lecturas de la sagrada Escritura, expone en la homilía el objeto del primer escrutinio, fijándose en el itinerario espiritual de los elegidos.

Oración en silencio

Después de la homilía, los elegidos con sus padrinos y madrinas se ponen de pie delante del celebrante.

Éste, vuelto primero hacia los fieles, los invita a orar en silencio por los elegidos, pidiendo el espíritu de penitencia y el sentido del pecado y la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Después, vuelto hacia los catecúmenos, los invita igualmente a orar en silencio, y los exhorta a mostrar su disposición de penitencia aun con su postura corporal, ya sea inclinados o arrodillados.

Finalmente concluye con estas o parecidas palabras:

Elegidos de Dios, inclinen la cabeza (o arrodíllense) y oren.

Entonces los elegidos se inclinan o se arrodillan.

Y todos oran en silencio durante unos momentos.

Después, si se juzga oportuno, todos se levantan.

Súplicas por los elegidos

Mientras se hacen las súplicas por los elegidos, los padrinos y madrinas apoyan su mano derecha sobre el hombro de su elegido.

Celebrante: Oremos por estos elegidos, a los que eligió la Iglesia confiadamente después de un camino ya largo, para que, acabada la preparación, encuentren a Cristo en sus sacramentos.

Lector: Para que mediten en su corazón las palabras divinas y las saboreen más profundamente cada día, roguemos al Señor.

Lector: Para que conozcan a Cristo, que vino a salvar lo que había perecido, roguemos al Señor.

Lector: Para que confiesen con humildad de corazón que son pecadores, roguemos al Señor.

Lector: Para que rechacen sinceramente en sus costumbres todo lo que desagrada a Cristo y le es contrario, roguemos al Señor.

Lector: Para que el Espíritu Santo, que escruta los corazones de todos los hombres, fortalezca su debilidad, roguemos al Señor.

Lector: Para que enseñados por el mismo Espíritu aprendan lo que es de Dios y lo que le agrada, roguemos al Señor.

Lector: Para que también sus familias pongan en Cristo su esperanza, y encuentren en él la paz y la santidad, roguemos al Señor.

Lector: Para que nosotros mismos nos preparemos a los sacramentos corrigiendo nuestros pensamientos, levantando el corazón y practicando con caridad las obras de misericordia, roguemos al Señor.

Lector: Para que en el mundo entero se fortalezca lo débil, se restaure lo ruinoso, se encuentre lo perdido y se rescate lo encontrado, roguemos al Señor.

Añádanse también las acostumbradas peticiones por las necesidades de la Iglesia y de todo el mundo, si se omite la oración universal en la Eucaristía.

Exorcismo

Después de las súplicas, vuelto hacia los elegidos, dice con las manos juntas:

Oremos. Oh Dios, que nos enviaste como Salvador a tu Hijo, concédenos que estos catecúmenos, que desean sacar agua viva como la Samaritana, convertidos como ella con la palabra del Señor, se confiesen cargados de pecados y debilidades.

No permitas, te suplicamos, que con vana confianza en sí mismos, sean engañados por la potestad diabólica, mas líbralos del espíritu pérfido, para que, reconociendo sus maldades, merezcan ser purificados interiormente para comenzar el camino de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Después, con las manos extendidas sobre los elegidos, el celebrante prosigue:

Señor Jesús, que eres la fuente a la que acuden estos sedientos y el maestro al que buscan.

Ante ti, que eres el único santo, no se atreven a proclamarse inocentes.

Confiadamente abren sus corazones, confiesan su suciedad, descubren sus llagas ocultas.

Líbralos bondadosamente de sus flaquezas, cura su enfermedad, apaga su sed, y otórgales la paz.

Por la virtud de tu nombre, que invocamos con fe, sé propicio con nosotros y sálvanos.

Domina al espíritu maligno, derrotado cuando resucitaste.

Por el Espíritu Santo muestra el camino a tus elegidos para que caminando hacia el Padre, le adoren en la verdad.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Si parece oportuno, se puede entonar algún canto a propósito.

Celebración de la Eucaristía

Sigue la celebración como de costumbre

SEGUNDO ESCRUTINIO

El segundo escrutinio se celebra el cuarto domingo de Cuaresma o cuatro domingos antes de la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana.

Homilía

En la homilía el celebrante, basándose en las lecturas de la sagrada Escritura, expone el objeto del segundo escrutinio, fijándose el itinerario espiritual de los elegidos.

Oración en silencio

Después de la homilía, los elegidos con sus padrinos y madrinas se ponen de pie delante del celebrante.

Este, vuelto primero hacia los fieles, los invita a orar en silencio por los elegidos, pidiendo el espíritu de penitencia y el sentido del pecado y la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Después, vuelto hacia los catecúmenos, los invita igualmente a orar en silencio, y los exhorta a mostrar su disposición de penitencia aun con su postura corporal, ya sea inclinados o arrodillados.

Finalmente concluye con estas o parecidas palabras:

Elegidos de Dios, inclinen la cabeza (o arrodíllense) y oren.

Entonces los elegidos se inclinan o se arrodillan. Y todos oran en silencio durante unos momentos. Después, si se juzga oportuno, todos se levantan.

Súplicas por los elegidos

Mientras se hacen las súplicas por los elegidos, los padrinos y madrinas apoyan su mano derecha sobre el hombro de su elegido.

Celebrante: Oremos por estos elegidos, a los que llamó el Señor para que permanezcan santos en Él y den testimonio vigoroso de las palabras de vida eterna.

Lector: Para que ellos, fiándose de la verdad de Cristo, consigan la libertad de la mente y del corazón y la conserven para siempre, roguemos al Señor.

Lector: Para que, contemplando la sabiduría de la cruz, puedan gloriarse en Dios que confunde la sabiduría de este mundo, roguemos al Señor.

Lector: Para que, liberados con la virtud del Espíritu Santo, pasen del temor a la confianza, roguemos al Señor.

Lector: Para que, transformados en hombres espirituales, traten de gustar lo que es justo y santo, roguemos al Señor.

Lector: Para que todos los que sufren persecución por el nombre de Cristo, sean ayudados por el mismo Cristo, roguemos al Señor.

Lector: Para que las familias y los pueblos, que encuentran trabas para abrazar la fe, alcancen la libertad de creer en el Evangelio, roguemos al Señor.

Lector: Para que nosotros, experimentados en el conocimiento del mundo, permanezcamos fieles al espíritu evangélico, roguemos al Señor.

Lector: Para que el mundo entero, amado por el Padre, pueda acercarse en la Iglesia a la plena libertad espiritual, roguemos al Señor.

Añádase la acostumbrada petición por las necesidades de la Iglesia y de todo el mundo si se omitiera la oración universal en la Eucaristía.

Exorcismo

Después de las súplicas, el celebrante, vuelto a los elegidos, dice con las manos juntas:

Oremos. Padre clementísimo, que concediste al ciego de nacimiento que creyera en tu Hijo, y que por esta fe alcanzara la luz de tu reino, haz que tus elegidos, aquí presentes, se vean libres de los engaños que les ciegan, y concédeles que, firmemente arraigados en la verdad, se transformen en hijos de la luz, y así pervivan por los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Después, con las manos extendidas sobre los elegidos, el celebrante prosigue:

Señor Jesús, luz verdadera, que iluminas a todo hombre, libra por el Espíritu de la verdad a todos los tiranizados bajo el yugo del padre de la mentira, y a los que has elegido para recibir tus sacramentos, llénalos de buena voluntad, a fin de que disfrutando con el gozo de tu luz, como el ciego que recobró de tu mano la claridad, lleguen a ser testigos firmes y valientes de la fe.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Si parece oportuno se puede entonar algún canto a propósito.

Celebración de la Eucaristía

Sigue la celebración como de costumbre

TERCER ESCRUTINIO

El tercer escrutinio se celebra el quinto domingo de Cuaresma o tres domingos antes de la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana.

Homilía

En la homilía el celebrante, basándose en las lecturas de la sagrada Escritura, expone el objeto del tercer escrutinio, fijándose en el itinerario espiritual de los elegidos.

Oración en silencio

Después de la homilía, los elegidos con sus padrinos y madrinas se ponen de pie delante del celebrante.

Éste, vuelto primero hacia los fieles, los invita a orar en silencio por los elegidos, pidiendo el espíritu de penitencia, el sentido del misterio del pecado y de la muerte, y la esperanza de la vida eterna propia de los hijos de Dios.

Después, vuelto hacia los catecúmenos, los invita igualmente a orar en silencio, y los exhorta a mostrar su disposición de penitencia aun con su postura corporal, ya sea inclinados o arrodillados.

Finalmente concluye con estas o parecidas palabras:

Elegidos de Dios, inclinen la cabeza (o arrodíllense) y oren.

Entonces los elegidos se inclinan o se arrodillan. Y todos oran en silencio durante unos momentos. Después, si se juzga oportuno, todos se levantan.

Súplicas por los elegidos

Mientras se hacen las súplicas por los elegidos, los padrinos y madrinas apoyan su mano derecha sobre el hombro de su elegido.

Celebrante: Oremos por estos siervos a los que Dios ha elegido, para que, unidos a la muerte y resurrección de Cristo, puedan superar con la gracia de los sacramentos la amarga condición mortal.

Lector: Para que se fortalezcan con la fe contra cualquier clase de engaños del mundo, roguemos al Señor.

Lector: Para que se muestren agradecidos a la elección divina por la que pasaron de ignorar la esperanza de la vida eterna a emprender el camino de la salvación, roguemos al Señor.

Lector: Para que con el ejemplo y la intercesión de los catecúmenos que derramaron su sangre por Cristo, se animen a esperar la vida eterna, roguemos al Señor.

Lector: Para que todos se aparten con aversión del pecado, que despoja de la vida, roguemos al Señor.

Lector: Para que los que se afligen con la muerte de los suyos, encuentren en Cristo el consuelo, roguemos al Señor.

Lector: Para que nosotros nos afirmemos por la esperanza del resucitar con Cristo, roguemos al Señor.

Lector: Para que el mundo entero, creado por designio amoroso de Dios, alcance nueva vida con el progreso en la fe y en la caridad, roguemos al Señor.

Añádase además la acostumbrada petición por las necesidades de la Iglesia y de todo el mundo si se omitiera la oración universal en la Eucaristía.

Exorcismo

Después de las súplicas, el celebrante vuelto a los elegidos dice con las manos juntas:

Oremos. Oh Padre de la vida eterna, que no eres Dios de muertos sino de vivos, y que enviaste a tu Hijo como mensajero de la vida, para arrancar a los hombres del reino de la muerte y conducirlos a la resurrección, te rogamos que libres a estos elegidos de la potestad del espíritu maligno, que arrastra a la muerte, para que puedan recibir la nueva vida de Cristo resucitado y dar testimonio de ella.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Después, con las manos extendidas sobre los elegidos, el celebrante prosigue:

Señor Jesús, que, resucitando a Lázaro de la muerte, significaste que venías para que los hombres tuvieran vida abundante, libra de la muerte a éstos, que anhelan la vida de tus sacramentos, arráncalos del espíritu de la corrupción y comunícales por tu Espíritu vivificante la fe, la esperanza y la caridad, para que viviendo siempre contigo, participen de la gloria de tu resurrección.

Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Si parece oportuno se puede entonar algún canto a propósito.

Celebración de la Eucaristía

Sigue la celebración como de costumbre.

II. ENTREGAS

Las “entregas” se celebrarán después de los “escrutinios”. Con las “entregas”, la Iglesia entrega con amor a los elegidos los documentos que desde la antigüedad constituyen un compendio de su fe y de su oración.

Es de desear que las “entregas” se hagan en presencia de la comunidad de los fieles, después de la liturgia de la palabra de la Misa dos domingos antes de la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana.

ENTREGA DEL SÍMBOLO

La primera “entrega” que se hace es la “entrega del Símbolo”, que los elegidos se aprenderán de memoria, y después pronunciarán públicamente en el día del Bautismo. La entrega se hará cuando falten dos domingos antes de la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana.

Homilía

En la homilía el celebrante explica el significado y la importancia del Símbolo, ya respecto de la catequesis recibida, ya para la profesión de fe que se ha de pronunciar en el Bautismo, y que ha de observarse durante toda la vida.

Después de la homilía el diácono, o un catequista, dice:

Acérquense los elegidos, para recibir de la Iglesia el Símbolo de la fe.

Entonces el celebrante les habla con estas o parecidas palabras:

Queridos elegidos, escuchen las palabras de la fe, por la cual recibirán la santificación. Las palabras son pocas, pero contienen grandes misterios. Recíbanlas y gústenlas con sencillez de corazón.

A continuación el celebrante comienza el Símbolo, diciendo:

Creo en Dios,

y prosigue o bien él solo, o bien juntamente con la comunidad de fieles:

Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.

Oración sobre los elegidos

Después el celebrante invita a los fieles a orar con estas palabras:

Oremos por nuestros elegidos, para que Dios nuestro Señor les abra los oídos de sus corazones y la puerta de la misericordia, para que, al recibir por el baño de la regeneración el perdón de todos los pecados, también ellos se incorporen a Jesucristo nuestro Señor.

Todos oran en silencio.

Seguidamente el celebrante, con las manos extendidas sobre los elegidos, dice:

Te suplicamos, Señor, fuente de luz y de verdad, que tu eterna y justísima piedad, descienda sobre estos siervos tuyos N. y N. purifícalos y santifícalos, dales la verdadera ciencia, firme esperanza y santa doctrina, para que se hagan dignos de acercarse a la gracia del Bautismo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

ENTREGA DE LA ORACIÓN DOMINICAL

Cuando falte un domingo antes de la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana, también se entrega a los elegidos la “Oración dominical”, que desde la antigüedad es propia de los que han recibido en el Bautismo el espíritu de los hijos de adopción, y que los neófitos recitan juntamente con los demás bautizados al participar por primera vez en la celebración de la Eucaristía.

Lectura del Evangelio

El celebrante dice:

Acérquense los que van a recibir la Oración dominical.

Entonces el celebrante habla a los elegidos con estas palabras:

Ahora escuchen cómo el Señor enseñó a orar a sus discípulos:

+Lectura del santo Evangelio según San Mateo 6,9-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando recen, háganlo así: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del Mal”.

Sigue la homilía, en la que el celebrante explica el significado y la importancia de la Oración dominical.

Oración sobre los elegidos

Después el celebrante invita a los fieles a orar, con estas palabras:

Oremos por nuestros elegidos, para que nuestro Dios y Señor les abra los oídos de sus corazones y la puerta de la misericordia, para que, al recibir por el baño de la regeneración el perdón de todos los pecados, también ellos se incorporen a Cristo nuestro Señor.

Todos oran en silencio. Seguidamente el celebrante, con las manos extendidas sobre los elegidos, dice:

Oh Dios eterno y todopoderoso, que haces siempre fecunda a tu Iglesia con nueva descendencia, aumenta la fe y el entendimiento a nuestros elegidos, para que, renacidos de la fuente del Bautismo, se agreguen a tus hijos de adopción. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

RITOS PARA LA PREPARACIÓN INMEDIATA

El sábado anterior a la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana, los elegidos se disponen y preparan con los ritos siguientes.

I. RECITACIÓN DEL SÍMBOLO

Con este rito se prepara a los elegidos para la profesión de la fe y se les instruye sobre el deber de anunciar la palabra del Evangelio.

Lecturas y homilía

Para empezar se entona algún canto apropiado.

Después se lee la siguiente lectura:

Mc 7,31-37: “Effeta, esto es: ábrete.

Y se hace una breve homilía.

Oración para la recitación del Símbolo

Con las manos extendidas el celebrante dice la oración siguiente:

Oremos. Te rogamos, Señor, que concedas a nuestros elegidos, que han recibido la fórmula que resume el designio de tu caridad y los misterios de la vida de Cristo, que sea una misma la fe que confiesan los labios y profesa el corazón, y así cumplan con las obras tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Recitación del Símbolo

A continuación los elegidos recitan el Símbolo:

Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.

II. RITO DEL “EFFETA”

Con este rito se inculca la necesidad de la gracia para que se pueda escuchar la palabra de Dios con provecho para la salvación.

Rito del “Effeta”

Entonces el celebrante toca con el pulgar los oídos derecho e izquierdo de cada uno de los elegidos, y la boca, mientras dice:

Effeta, que significa: ábrete, para que profeses la fe que has escuchado, para alabanza y gloria de Dios.

III. ELECCIÓN DEL NOMBRE CRISTIANO

En este momento se puede imponer el nuevo nombre, ya sea un nombre cristiano, ya un nombre según el uso civil de la región, con tal de que pueda asumir sentido cristiano.

Lecturas

Después de un canto apropiado, si lo aconsejan las circunstancias, se puede tener una lectura, que el celebrante glosará brevemente, v.gr.:

Gn. 17, 1-7: “Te llamarás Abrahán”.

Is. 62, 1-5: “Te pondrán un nombre nuevo”.

Ap. 3, 11-13: “Grabaré en él mi nombre nuevo”.

Mt. 16, 13-18: “Tú eres Pedro”.

Elección del nombre

El celebrante dice:

N., en adelante te llamarás N.

Elegido: Amén.

IV. UNCIÓN CON EL SANTO ÓLEO DE LOS CATECÚMENOS

El celebrante, vuelto a los elegidos, dice:

Que los proteja el poder de Cristo Salvador, con cuya señal los ungimos con el Óleo de la salvación en el mismo Cristo, Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Elegidos: Amén.

Cada uno de los elegidos es ungido con el Óleo de los catecúmenos en el pecho, o en ambas manos.

TERCER GRADO

CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS

DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

Los tres sacramentos han de ser administrados en una misma celebración. No han de separarse a no ser por graves causas pastorales.

Reunidos los catecúmenos con sus padrinos y madrinas, compañeros y amigos y los demás fieles, comienza la Misa.

Después del Evangelio se presenta al Obispo y a la comunidad a los catecúmenos

Sigue la homilía.

CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO

Monición del celebrante

Después de la homilía, los catecúmenos con sus padrinos se acercan a la fuente bautismal.

Invoquemos con humildad, queridos hermanos, la gracia de Dios Padre todopoderoso, para que estos siervos suyos, N. y N., que piden el Bautismo, se agreguen a los hijos de adopción en Cristo.

Bendición del agua

Entonces el celebrante, vuelto hacia la fuente bautismal, pronuncia esta bendición:

Celebrante: Bendito seas, Dios, Padre todopoderoso, que creaste el agua para lavar y para vivificar.

Todos: Bendito seas por siempre, Señor.

Celebrante: Bendito seas, oh Dios, Hijo unigénito, Jesucristo, que derramaste del costado agua con sangre, para que por tu muerte y resurrección naciera la Iglesia.

Todos: Bendito seas por siempre, Señor.

Celebrante: Bendito seas, oh Dios, Espíritu Santo, que ungiste a Cristo, bautizado en las aguas del Jordán, para que todos seamos bautizados en ti.

Todos: Bendito seas por siempre, Señor.

Celebrante: Asístenos, Señor, nuestro único Padre, y santifica el agua, criatura tuya, para que bautizados en ella, los hombres se laven del pecado y renazcan a la vida de tus hijos de adopción.

Todos: Escúchanos, Señor.

Celebrante: Santifica el agua, criatura tuya, para que los bautizados con ella en la muerte y resurrección de Cristo, se hagan conformes en Cristo a la imagen de tu Hijo.

Todos: Escúchanos, Señor.

El celebrante toca el agua con la mano derecha, y prosigue:

Celebrante: Santifica este agua, tu criatura, para que con el Espíritu Santo sean regenerados los que elegiste, y tengan parte con tu pueblo santo.

Todos: Escúchanos, Señor.

Celebrante: Por el misterio de este agua bendita, dígnate introducir a la regeneración espiritual a tus siervos (N. y N.) y a tus siervas (N. y N.), que has llamado para que reciban este baño de regeneración y así consigan la vida eterna.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Profesión de fe de los catecúmenos

El celebrante, vuelto hacia los catecúmenos, les habla con estas o parecidas palabras:

N. y N., han pedido el Bautismo y han empleado un tiempo en su preparación. Sus catequistas, sus compañeros y amigos les han ayudado; y hoy todos les prometen su ayuda fraterna y el ejemplo de su fe. Ahora sólo falta que ustedes hagan la profesión de fe en presencia de la Iglesia, y serán bautizados.

Renuncia

El celebrante interroga a todos los catecúmenos:

Celebrante: ¿Renuncias al pecado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios?

Catecúmeno: Sí, renuncio.

Celebrante: ¿Renuncias a las seducciones del mal, para que no domine en ti el pecado?

Catecúmeno: Sí, renuncio.

Celebrante: ¿Renuncias a Satanás, padre y príncipe del pecado?

Catecúmeno: Sí, renuncio.

Unción con el Óleo de los catecúmenos

Si la unción con el Óleo de los catecúmenos no se ha hecho antes, en el Rito de Preparación Inmediata, el celebrante dice:

Para que el poder de Cristo Salvador los fortalezca, los ungimos con este óleo de la salvación en el nombre del mismo Cristo, Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Catecúmeno: Amén.

Todos los catecúmenos son ungidos con el Óleo en el pecho en ambas manos.

Profesión de fe

Después el celebrante a los que van a ser bautizados los interroga:

Celebrante: ¿Crees en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?

Catecúmeno: Sí, creo.

Celebrante: ¿Crees en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María, la Virgen, murió y fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?

Catecúmeno: Sí, creo.

Celebrante: ¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados y en la vida eterna?

Catecúmeno: Sí, creo.

Inmediatamente después de su profesión de fe, cada uno es bautizado.

Rito del Bautismo

El celebrante saca el agua bautismal de la fuente y, derramándola tres veces sobre la cabeza inclinada del elegido, le bautiza en el nombre de la Santísima Trinidad:

N., yo te bautizo en el nombre del Padre,

y del Hijo,

y del Espíritu Santo.

El padrino o la madrina impone la mano derecha sobre el hombro derecho del que se bautiza.

Durante el Bautismo, si se juzga oportuno, el pueblo puede entonar algún canto apropiado. Si los neófitos van a ser confirmados inmediatamente, se omite la unción del Crisma que sigue al Bautismo y se hacen a continuación los otros ritos complementarios.

RITOS COMPLEMENTARIOS

Imposición de la vestidura blanca

El celebrante dice: N. y N., han sido transformados en nuevas criaturas y están revestidos de Cristo. Reciban la blanca vestidura que han de llevar limpia de mancha ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo, para alcanzar la vida eterna.

Bautizados: Amén.

Entrega del cirio encendido

El celebrante dice: Acérquense, padrinos y madrinas, para que entreguen la luz a sus ahijados.

Se acercan los padrinos y madrinas y encienden un cirio en el cirio pascual, y se lo entregan a sus ahijados.

Entonces el celebrante dice: Han sido transformados en luz de Cristo. Caminen siempre como hijos de la luz, a fin de que perseveren en la fe y puedan salir con todos los Santos al encuentro del Señor, cuando venga en su gloria.

Bautizados: Amén.

CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN

Entre el Bautismo y la Confirmación se puede entonar por la asamblea un canto a propósito.

Entonces el celebrante habla a los que van a confirmarse con estas o parecidas palabras:

Queridos hijos, regenerados en Cristo y transformados en miembros suyos y de su pueblo sacerdotal, ahora sólo les falta recibir al Espíritu Santo, que ha sido derramado sobre nosotros, el mismo Espíritu que envió el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y que ellos y sus sucesores confieren a los bautizados.

Ustedes recibirán igualmente la fuerza prometida del Espíritu Santo, con la que configurados más perfectamente a Cristo, den testimonio de la pasión y resurrección del Señor, y se hagan miembros activos de la Iglesia, para edificar el Cuerpo de Cristo en la fe y en la caridad.

Después el celebrante de pie y con las manos juntas, vuelto al pueblo, dice:

Oremos, queridos hermanos, a Dios Padre omnipotente, para que derrame bondadosamente sobre estos hijos suyos el Espíritu Santo, que los confirme con la abundancia de sus dones, y con su unción los haga conformes a Jesucristo, Hijo de Dios.

Y todos oran en silencio durante algunos momentos.

Seguidamente el celebrante impone las manos sobre todos los que van a recibir la Confirmación y dice:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo, a estos siervos tuyos y les libraste del pecado: escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito; llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad; y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por Jesucristo nuestro Señor.

R./ Amén.

Entonces un ministro ofrece al celebrante el santo Crisma, y los que van a confirmarse se acercan uno a uno al celebrante. El padrino o la madrina pone su mano derecha sobre el hombro del neófito.

El celebrante, con la punta del pulgar derecho empapada en el Crisma, hace la señal de la cruz en la frente del neófito, diciendo:

Celebrante: N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.

El confirmado: Amén.

El celebrante añade: La paz sea contigo.

El confirmado: Y con tu espíritu.

CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA

Inmediatamente se hace la oración universal en la que participan los files que están recibiendo los sacramentos de la iniciación cristiana.

Oración de los fieles

Celebrante: Oremos, queridos hermanos, a Dios con insistencia, para que, del mismo modo que escuchó las súplicas de su Hijo amado, se digne atender nuestras humildes peticiones

Lector: Por la Iglesia santa de Dios, congregada por el Espíritu Santo en la unidad de la fe y de la caridad, para que en unión con nuestro santo Padre el Papa N., con nuestro obispo N. y con todos los obispos del mundo, crezca y se difunda la fe cristiana entre todos los pueblos. Roguemos al Señor.

Lector: Por nuestros padres y padrinos, responsables de nuestra fe, para que con su palabra y ejemplo nos ayuden a seguir fielmente a Cristo. Roguemos al Señor.

Lector: Por los catequistas que nos han guiado en nuestra preparación, para que el Señor sea su fuerza y su guía. Roguemos al Señor.

Lector: Por todos nosotros que participamos de esta celebración, para que el Espíritu Santo nos de fuerza para luchar por la verdad, la justicia y el amor; luz para comprender a todos; amor para servir; generosidad para amar; paciencia para esperar. Roguemos al Señor.

Lector: Por todo el mundo, para que Dios nos haga ser sensibles a los signos de los tiempos y solidarios con las necesidades de nuestros hermanos. Roguemos al Señor.

Celebrante: Oh Dios todopoderoso y eterno, escucha las súplicas que te dirigimos, para que te sirvamos continuamente con una entrega que te sea agradable. Por Jesucristo nuestro Señor.

R/. Amén

Algunos de los files que están recibiendo los sacramentos de la iniciación cristiana llevan las ofrendas al altar.

En las Plegarias eucarísticas I, II, III y IV se hace mención de los fieles que reciben los sacramentos de la iniciación cristiana.

a) En la plegaria Eucarística I:

Después de las palabras “Acepta, Señor en tu bondad”, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que hoy te ofrecemos especialmente por N y N, que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo, perdonándoles todos sus pecados, para incorporarlos a Cristo Jesús, Señor nuestro, e inscribe sus nombres en el libro de la vida.

b) En la plegaria Eucarística II

Después de las palabras “llévala a su perfección por la caridad” se añade: Acuérdate, también de nuestros hermanos N y N, que hoy, por medio del Bautismo y de la Confirmación han entrado a formar parte de tu familia, ayúdales a seguir a Cristo, tu Hijo, con ánimo generoso y ferviente.

c) En la plegaria Eucarística III

Después de las palabras “y a todo tu pueblo santo” se añade: Confirma en la fidelidad cristiana a tus hijos N y N, que hoy, por medio del Bautismo y del don del Espíritu Santo has llamado a formar parte de tu pueblo y concédeles andar siempre en una vida nueva.

d) En la plegaria Eucarística IV

Después de las palabras “de los oferentes y de los aquí reunidos” se añade: y de nuestros hermanos N y N, que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo, de todo tu pueblo santo…

Antes del Éste es el Cordero de Dios, el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es la culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana. El celebrante también atiende a los que, bautizados de tiempo atrás, se acercan por primera vez a la mesa divina para comulgar.

Adjuntamos el documento para descargar:

Descarga AQUÍ el documento.