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3 Minutos con Jesús en el evangelio de San Lucas 1,46-56

Suscríbete a nuestro canal de YouTube 👉 http://bit.ly/SuscribeteSanGabriel El Padre Francisco Lunar Trigo comparte con nosotros la meditación y el #EvangelioDeHoy Miércoles 22 de Diciembre 2021, Evangelio según San Lucas 1,46-56

Evangelio de San Lucas 1,39-45
En aquel tiempo, dijo María: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se
llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad
de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo,  como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre». María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Meditación
El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. El Magníficat es, sin duda, la expresión más elevada de la Hija de Sion. Dios es alabado, porque miró la humildad de su Esclava.

La misericordia de Dios se ha hecho realidad en Ella para beneficio de toda la humanidad. El Dios de nuestros padres nunca olvida la palabra que ha empeñado con juramento, y tampoco ha tardado en salvar a su pueblo, sino que, lento a la ira y rico en piedad y misericordia, ha querido tener paciencia
con todos. Lo que canta María es la misericordia del señor, que es fuente de gozo y alegría sobre todo para los más humildes.

Hay a veces una humildad hipócrita, que niega los propios dones, y que no los agradece al Señor. Con frecuencia es una humildad precaria y combatida, que no resiste a la tentación de la propia dignidad y que, para sostenerse, tiene necesidad de humillarse. O a veces es un cálculo material para provocar alabanzas. Pero la verdadera humildad ignora estos modos de actuar. Sabe que las buenas cualidades son dones de Dios, y a Él le da la gloria con un
corazón sencillo.

Así la Virgen María. Ella reconoce con gozo que el Poderoso ha hecho en Ella grandes cosas, lo agradece y, llena de alegría, lo alaba. Y no duda en admitir que todos los pueblos la llamarán bienaventurada. Todo en Ella es gratitud y sentirse pequeña ante la magnitud de Dios y de su don. ¡Cuánto hemos de aprender de Ella! Por eso hoy, en la liturgia de las Vísperas, cantamos la antífona del Magníficat: “Oh Rey de las naciones, Deseado de las gentes y Piedra angular donde se apoyan judíos y gentiles. Ven y salva al hombre que
Tú formaste del limo de la tierra”.

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha hecho en mi maravillas el Todopoderoso”

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